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LA DEVOCIÓN EN EL REINO DB VALENCIA 753 para los 1·estantés días del año. Unüs y otros están expresados en gracio– sas seguidillas, perteneciendo a la Visitación la que sigue: Va a Isabel la Pastora, y esta visita de su grey corderillo hace al Bautista. Estas canciones y otras muchas, que recoge e.l autor, -son de los viejos capuchin'os, particularmente de los valencianos, tan fecundos en este género de poesías en honor de la Divina Pastora. De la Novene1y Corona del padre José de Rafelbuñol copia todas sus letrillas, cuyos títulos y pri– mera estrofa son los sig·uientes: 1. 0 Sa!u_tación: Digamos Ave María, - sin pecado concebida, - a la Divina Pastora - de los honibres Protectora. 2. 0 Silbos de la Divina Pastora: Oid mis voces, - tristes ovejas, - ya que Pastora - me llamáis vuestra . 3. 0 Balidos de un alma ya contrita: ¡Piedad, Pastora, - piedad, Ma– ría, - haz no perezca - quien de tí fía. 4. 0 Oración, que cantan los devotos: ¡Salve, Virgen pura, - salve, bella aurora, - salve, de las almas - Divina Pastora . . . 5. 0 Actos de confianza a modo de gozos: Dios te salve, en voz sonora - entonaré cada día: - Si yo logro de María - el que sea mi Pastora. 6. ° Coplas para/a Com_unión a imitación del _Sacris solemnis: Un convite de amor - vuestra Pastora os da, - donde en manjar está - el mismo Redentor: - Es pan en el sabor, - mas Carne en la verdad:..;_Ve– nid ya pues, comed, gustad. El precioso librito se hizo muy popular en el reino de Valencia y en muchas regiones de España y hasta pasó a las Américas, difundiendo la devoción de la Divina Pastora y de la corona franciscana como un pode– roso medio para. renovar la piedad y complacer a la Virgen María. El obispo de Segorbe fué ciertamente un apóstol de 'la Divina Pastora, pero no estaba solo, le acompañaba una pléyade de capuchinos valencia– nos, que supieron, en la exclaustración, conservar la pureza del espíritu de su Orden, sus tradiciones y aquel encendido amor de sus antepasados a la Divina Pastora que los impulsaba a propagar su devoción por todo el .mundo. · En este período reclama especial mención el padre Antonio de Ori– huela, de quien se habló anteriormente. Pué un orador de los más elocuen– tes de la provincia de Valencia, por lo que le llamaban pico de oro. Misio– nero incansable devotísimo de la Divina Pastora, propagó su devoción en sus muchas misiones por todo el reino de Val1rncia. Cuando se celebraba la fiesta de la Patrona de nuestras misiones o su novena; era él casi sieÍ11- pre llamado como el predicador que llenaba todos los gustos y enardecía los corazones en amor a tan dulce Madre. Pué cura de Bigastro, pero, en cuanto se restauró la Orden en Espa– ña, renunció la parroquia para vivir en el claustro, donde fué un ejemplar modelo de virtudes. Ya octogenario cuando nada podía hacer, llegado el día de la Divina Pastora' y no pudiendo retener en su pecho el fuego de la devoción, conta– giado del sombrerismo y con gracejo levantino, decía a los frailes: Dejad– me subir al púlpito, t¡ue le diga cuatro cosas a la del sombrerico. Pué 97

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