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CAPITULO LXIV Prosigue el movimiento de la devoción por España y algunos paí– ses americano1 - Apostolado en Valencia - El obispo de Segor– be - Los pádres Antonio de Orihuela y Ambrosio de Benaguacil - El padre Luis de Masamagrell, obispo de Segorbe - Novena de los padres castellanos a la Divina Pastora - Apostolado en Cata– luña - Las artes del diseño en Granada y Málaga - Los capuchi– nos exclaustrados en Venezuela - Fundación del convento de Belén en Guatemala - El apostolado de la Divina Pastora - Pa– dres Ignacio de Cambrils, Lorenzo y Segismundo de Mataró. Si en Roma , Madrid y Sevilla alimentaban clérigos y seglares el fuego de la devoción a la Divina Pastora para que con nuevos fulgores al um– brara al mundo en la noche del racionalismo, igualmente se hacía ta:ito en otr1;1s capitales y pueblos de España como en muchas regiones, fuera de ella, particularmente en las nuevas Repúblicas americanas. Evocaremos, en primer lugar , al sabio dominico , fray Domingo Canu– bio y Alberto (1804-64) , obispo de Segorbe, que fué uno de los que pidie– ron a Pío IX la extensión de la fiesta de la Pastora a la Iglesia univen;al. Nació en Jerez y fué profesor del Colegio de Sto. Tomás en Sevilla, donde vive exclaustrado hasta que pasó a Jerez para dirigir su Instituto. El 1-846 fué promovido a la sede segorbina. La estancia en dichas ciudades explica su gran devoción a la Divina Pastora. Por su humildad, celo apostóli-::o, caridad con el prójimo y singular elocuencia fué llamado Admirable (1). Copiló y publicó un librito, Corona de la Divina Pastora de las almas, María Santísima. La ofrece a su amada grey el ilustrísimo señor obispo de esta ciudad. Segorbe , 1850. Su asunto no es otro que el facilitar a :os fieles el rezo de la corona franciscana apropiada, según el estilo del padre Isidoro, a la Divina Pastora. Sin embargo sólo trae los misterios doloro– sos para la cuaresma, y de los gozosos y gloriosos forma una sola clase l. Publicó su vid a el padre Santiago Alfredo Rodríguez, S. J. Madrid, 1888