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VENERACIÓN DE LA CORTE A LOS CAPUci--ÚNOS to. Que sólo esto quiso ver de la procesión, pues ya iban en ella los·dos capuchinos nuevos y los dos hijos de madama Laura, los padres fray Félix de Parma y fray Antonio María de Parma, que después fué consagrado obispo de Efeso » (1). Con todas estas circunstancias y otras de ig·ual interés creyó el padre Isidoro que el clima propicio para cosechar un nuevo fruto, tan ansiado por él , tocaba a su sazón, y seg·uro del éxito trabó conversación con los prín– cipes don Fernando y doña Bárbara , rogándoles que para la mayor gloria de la S:rntísima Virgen contribuyesen a dar un gran realce a las funciones principales de la Divina Pastora, acto que sería muy edificante para el pue– blo de Sevilla y para toda España . La contestación de sus altezas debió ser la nás halagüeña , pues las historias, que recogen el hecho, dicen que lo hicieron con la suntuosidad y esplendidez de su rango . El cronista del convento anotó lo que sigue: «A solicitud del venerable padre fray Isidoro de Sevilla, el año 1731, celebraron los príncipes de Asturias la primera fiesta de la novena de la Divina Pastora , el día 15 de agosto , por mañana y tarde, en la que predicó el reverendo padre g·uardián fray Juan Francisco de Mairena » (2). entiéndese en la misa , pues por las tardes indefecLble– mente predicaba el padre Isidoro. Viendo, pues , el venerable que pisaba tierra firme y fecunda.y llevado de su celo , dió un nuevo asalto, consiguiendo que la real familia ingresara en la Hermandad, pero con tal fortuna que los hechos superaron a sus c:spi– raciones: «Pues, el año siguiente de 1732, quiso el rey que corriese. por su cuenta la primera fiesta; la segunda, por la reina; la tercera, el príncipe; la cuarta, la princesa; la quinta, el infante don Felipe, porque ya el infante don Carlos había salido de Sevilla para Nápoles, el día 20 de octubre de 1731; la sexta, la infanta doña María Teresa, y las restantes tocaron a otros señores de la cprj ~» (3), entre ellos el conde del Aguila, hermano ma'yor de la Hermandad f 'el duque de Osuna a quien se le asignó el último día . «El dicho venerable padre Isidoro, como fundador, dispuso que la Hermandad nombrase al rey por su mayordomo y hermano mayor perpe– tuo , lo que admitió su majestad y que este servicio de la gran Reina nues– tra Señora pasase a sus sucesores» (4) . Desde esta fecha la Hermandad unió al mote de Primitiva el de Real , y en sus convocatorias y papeles de oficios usó el escudo de los reyes, y cuando los gobiernos despojaron a las Hermandades de sus bienes, nada pudieron conseguir de la Hermandad de la Divina Pastora , porque constestaba a todos los emisarios: Que si_en– do su mayordomo y hermano mayor el rey nuestro señor, sin un mandato especial de él, eran intangibles los bienes de la Hermandad. Pero quien más se distinguió en aquella novena, demostrando su gran fe en la Divina Pastora, fué el duque de Osuna que quiso ser recibido por hermano junto con la duquesa , sus hijos , las damas de honor y toda la ser– vidumbre de la casa (5). Para celebrar este acontecimiento y también para satisface:- su piedad y devoción, mandó fabricar un magnífico estandarte de ter– ciopelo azul, bordado en oro , ejemplar bellísimo churrigueresco , con 1. lb., f. 53. Estos dos capuchinos eran hijos de D. Fulvio Galeasslo y de D.ª Laura Julia Menegasa, marqueses de S. Andrés de Parma. El marqués murió en Sevilla y fué sepultado ·en nues::ro convento, en la bóveda junto al Sagrario. - 2, 16,-3. Ib.-4. Ib ,-5. L. 1. 0 de reci• bimientos de la Hermandad, f. 2. · ·

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