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26 LA DIVINA PASTORA Y EL BTO. DIEGO J. DE C. pür un rato al pa– dre maestro, y después no haber tenido libertad p a r a apartarme hasta haber aca– bado su sermón, como si me tuvie– ra aprisionado». Estos elogios, tan desinteresa– dos, dan una idea de la elocuencia 1 avasalladora del ~-– venerable, siem- pre nueva, varia– da y atrayente, y sobre todo piado– sa y evangélica. Entre las mu– chas Hermanda– des ., que conti– nuaba fundando, débese recordar la de la villa de Cantillana, don– de moraban sus parientes, los condes de dicho título. No fué de las primeras , pe– ro tampoco de las últimas, pues su fundación d a ta del 1720. Posee u n a interesante escultura de la Pastora, a nues– ¡.;-· t LA BELLÍSIMA IMAGEN DE LA DIVINA PASTORA DE CANTILLANA, ORGU· LLO DE SU HERMANDAD Y DE MUCHOS DEVOTOS DEL PUEBLO QUE LA VE· NERAN CON PIADOSO FERVOR. tro parecer de Gijón , o de algún discípulo suyo aventajado, toda de talla y ricamente estofada, y es la primera de este género que se ta– lló. Los libros documentales de esta Hermandad con todos sus viejos pa– peles han desaparecido y por esto se hace imposible historiarla. Pero ate– niéndonos a los usos y costumbres del fundador, debió erigirse a base de sacar el Rosario o la Corona por las calles y plazas, como lo viene prac– ticando _hasta nuestros días. Desde su cuna rivalizó con todas para dar cul– tos a su titular, que son famosos en Andalucía, y prueba de su riqueza, en– tonces, nos la daba el lujoso retablo y regio camarín , donde estaba entroni– zada la imagen, conservada ésta en el 1936 por la piedad de sus devotos y quemados aquellos por la furia de los marxistas. De todas las Hermanda– des fundadas por el venerable esta es la única que permanece en su antiguo