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18 LA DIVINA PASTORA Y EL BTO. DIEGO J. DE ·c. samente por personas muy allegadas y afectas a la devoción. En una de la;, suspensiones , a principios del siglo pasado , hubo de intervenir el cardenal arzobispo de Sevilla para allanar los inconvenientes y él mismo hizo el convite y presidió personalmente el Rosario con que se reanudaba el cum– plimiento de esta ordenación de la Regla (1). La Hermandad no debiera preterir nunca esta santa práctica , que la distingue de todas las de– más, que tanta gloria dió a la Virg·en y bienes a las almas , que es su tim– bre de honor y un privilegio de su Reg·la confirmado por la jurisdicción eclesiástica . Inmediatamente en dicha junta se acordó mandar hacer una imagen de talla, para vestir, con el título de Pastora , igual a la de la pintura , y fué en– cargada al célebre imaginero Gijón , el autor del hermoso Crucificado , de la Expiración , llamado vulgarmente El Cachorro (2). Para entronizar esta imagen pensó el padre Isidoro edificarle una capilla en la parroquia de san Gil , y ·cúando el asunto es taba muy adelantado, surgieron dificultades y exigencias, que no fueron aceptadas , ocurriendo entonces el ofrecimiento de un solar de una vieja capilla en la. parroquia de santa Marina, cuyos pa– tronos , los marqueses de la Motilla, la cedieron gratuitamente a la Her– mandad. (3) · Aunque estos señores fues en los otorgantes de la escritura, la dona– ción estaba ya hecha por una tía suya , pues en las crónicas de nuestro convento de Sevilla se dice: ~El año de 1704 murió el día 24 de mayo la ve– nerable señora doña Beatriz de Villasís, de 86 años de edad , habiendo vi– vido los 52 en viudez, retiro y soledad, sola con Dios y consigo misma, con ---admiracién cle todos . Enterróse · en la Gasa Profesa ; su entierro más fué triunfo que pompa funeral , siendo preciso conducir el cadáver descubierto. Cedió la capilla de santa Marina .para colocar en ella la imagen de la Divi– na Pastora al venerabl e padre Isidoro de Sevilla , primer inventor de esta advocación de la Santísima Virg·en nuestra Señora» (4). Mientras se tallaba la imagen el padre Isidoro procuró reconstruir la capilla, buscando limosnas para enriquecerla con su artístico altar y con cuantos enseres precisaba para los sag-rados cultos. Un año entero empleó en estas obra s, y habiéndose terminado la ima– gen, la depositó en el convento de la Encarnación, donde tenía una sobrina religiosa, para que las monjas la vistieran con los atavíos pastoriles . l. Ocurrió el hecho, como después se verá, en el año 1831. 2. La existencia de un escultor llamado Bernardo Gijón, a quien se atribuye la Pastora, distinto de Francisco R. Gijón, el autor del •Cachorro,, es discutida. Efectivamente lo hemos buscado en muchos documentos de la época, y hasta en los padrones de Sevilla, y no aparece el Bernardo Gijón. Villegas y otros sólo dicen que talló la imagen de la Pastora el célebre Gijón, callando el nombre. Sin embargo, a mediados del siglo XIX con motivo del arreglo del nomenclátor de las calles de Sevilla, se escribió mucho sobre Bernardo Gijón y se le dedicó una calle sólo con el apellido. El ayuntamiento de Sevilla en el 1934, queriendo completar los títulos de las calles, le puso también el nombre, .pero sin que la cuestión fuese dilucidada por los centros culturales que fu eron consultados. En los papeles de Gómez y Aceves, del archivo de los Amigos del País, se hallan copias de documentos y de la lápida mortuoria, que acusan abiertamente su existencia. Pero ni los documentos de que están tomados estos papeles ni la lápida pueden hoy constatarse, por haber sido destruidos por los rojos. 3. La escritura se otorgó ante Tomás de Agredano, esno: pub.º, el 29 de octubre del 1704. 4. Fr. Angel, o. c., t. I,_f. 74.
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