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14 LA DIVINA PAS1'0RA Y EL BTO. DIEGO j. DE é, del oficiu de la Natividad de nuestra Señora, expuso !a doctrina del pas– torado de la Virgen: «Dime-interroga a su Hijo-dónde apacientas, dónde sesteas durante el mediodía , para no vagar en busca de tus ganados. (Cant. 1, 6)•. He aquí los' ardientes deseos maternales de María por la salvación de los hombres. «Si ignoras, oh amada mía-le contesta el Divino Esposo-cuál es tu grandeza, sal y sigue tras las huellas de mi rebaño y apacienta tus cabritos junto a los tabernáculos de los pastores , (lb. 7) ». Este es el misericordio– so oficio que Jesús confiere a su Madre, el sostenimiento de los justos y la conversión .de los pecadores, para que lo cumpla hasta la consumación de los siglos. Ambos temas fueron el objeto de su plática en aquella tarde. La fama de la ciencia y virtudes del padre Isidoro, y sus particul-ares dotes oratorios , cuyos recursos agotó en aquella memorable plática, colmaron el éxito de la jornada, y aquella gran muchedumbre, ahíta de en– GRABADO EN QUE APARECE EL PADRE ISIDOBO PRESENTANDO EL ES· TANDARTE DE LA DIVINA PASTORA EN LA ALAMEDA DE HÉRGULES. MUSEO DE LA DIVINi\ PASTORA. ·.SEVILL,\ tusiasmo , síguíó el orden del Ro– sario hasta la pa – rroquia. La Vir gen. flotando so– bre los millares de cabezas que llenaban las ca– lles del tránsito . parecía decir a Sevilla lo que dijo Jesucristo en el pórtico del tem– plo de Jerusalén: «Yo soy el Buen Pastor, que co– nozco mis ovejas y mis ovejq~ me conocen a mí • . Las crónicas de nuestro '. con– vento de Sevilla anotan este suce- so c o m o fecha gloriosa para el mundo y dicen que fué «est~ fun– ción célebre por lo numeroso y lucido del con– curso , músicas , fuegos artificiales y niños vestidos de ángeles con ricas joyas ádor– nados, sirviendo ,

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