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SEMBLANZA IJ8L V. P. ISIDOIW 7 del santísimo rosario y en la capital quince Hermandades con sus Reglas, una para cada misterio, que llamó Milicias espirituales, con el fin de que cada día saliese una por las calles de Cádiz cantando el Rosario, en la cual iba él con el padre Isidoro, predicando uno de los dos al aire libre y en alguna de las plazas. Edificó además tres iglesias, relativas a los tres órdenes de misterios, una de las cuales, la de la Palma, muy típica y de estilo colonial, es hoy parroquia. A fines de 1694 moría santamente el pa– dre Pablo y el discípulo escribió su vida La Nuh.e de Occidente, publicada el año 1702. Entonces fué agregado por compañero a•l venerable padre Feliciano de Sevilla, a quien llama el padre Isidoro su mentor y maestro. Varón de egre– gias virtudes, experimentado director de almas, caritativo con sus próji– mos, era el padre Feliciano un misionero formidable que se imponía a las muchedumbres por su celo, elocuencia y poi: su apacible figura enjuta y penitente cual manojito de sarmientos. Y no sólo se preocfupaba de sanar las almas, sino que también cuidó de remediar 1as enfermedades del cuerpo en los pobres necesitados, para lo cual fundó en Cádiz en unión del padre Isidoro un Hospital de Caridad, al estilo del que fundara en Sevilla D. Mi- guel de Mañara (1). . Su predicación clara y ferviente sobre el misterio de la Santísima Tri– nidad , los muchos retablos que le erigió por las calles gaditanas, el heber enseñado al pueblo a cantar en público y privado el santo Trisagio, con– virtieron a Cádiz en una antesala del cielo donde no se oía más que el San– to, S~nto, Santo , que cantan los ángeles en la gloria. (2) Pero donde más resonó su heróico apostola'do fué con los tres tercios de milicias , que eran el terror de Cádiz. Er padre Feliciano se encargó de ellos espiritualmente, dió misiones en los cuarteles y todos los soldados subieron al convento, confesaron. recibieron con gran reverencia el Pan Eucarístico , y desde aquel día se advirtió un cambio moral en sus costum– bres. Después les enseñó a cantar el Rosario,_y los uni9 en Cofradías, con – siguiendo que con sus propios donativos cost'~aran uri simpecado, cruz y faroles para las procesiones. Y sucedió, con p~smo de . la ciudad , que un domingo salieron todos los de un tercio, · uniforniados •, en procesión de Rosario por las calles, cantando varonilmente los Padre nuestros y Ave Marías; lo que después repitieron los otros dos tercios en los días festivos, encontrándose a veces los tres con gran júbilo y edificación del pueblo. Hasta tal punto cautivó a aquella soldadesca, que logró que en sus cuarte– les se rezara todas las noches el rosario y se hiciese un rato de oración mental. (3) En tan preciosos momentos sobrevino el cerco de Cádiz por los in– gleses en la guerra de sucesión. El enemigo era muy fuerte y numeroso, y la situación de la plaza , en cambio, muy crítica y precaria, pues le faltaron los víveres y combustibles y hasta lo más necesario para la vida y la gue– rra. Caídos varios pueblos de la costa en poder del adversario y víctimas de horrible persecución, el bloqueo era cada día más rudo y presionante, aumentándose la confusión y calamidades de los cercados. El padre Feli– ciano se embarcaba todas las mañanas para visitar los castillos del Puntal. el d,e Matagorda y otros fuertes, para sostener allí en el mayor peligro el 1. P . Isidoro, AMENO ANDALUZ PENSIL, pp. 242-48.-2. Ib., pp. 23.3-34.-3. Ib., pp. 235-41.
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