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INTRODUCCIÓN XXI variantes ha llegado hasta nosotros en el ,Misal 1J Breviario romanos: Gregem tuum, Pastor Bone, ptacatus intende et per beatos apostolos tuos pervigilí protectione.custodi, ut iisdem rectoríbus giibernetur, quos eídem contulísti esse pastores. (lb., 51). Para el domingo de Palma se pone en el' Breviario gótico-mozárabe este devot/simo responsorio: Tu, Pastor Bone, qui pro ovíbus animam posuístí, 1nemento nos tri: -Placare et míserere.-Prosternimus preces artte facíent tuam: Exaudi, placare, indulge et miserere nobis. (lb., LXXXVI, 593). LCil floración hagiográfica de este género en preces, antífonas, himnos y respon– sorios es abundantísima y un magnífico exponente de la piedad primitiva al Divino Pastor. Por vía de ejemplo vamos a citar tres plegarias cuya unción mística y fer– viente es la tónica común de toda la literatura sacra pastoril. · La primera se pone en boca de san Pedro cuando pendía de la cruz: Grafías tibi ago, Pastor Bone, quía oves, quas tradidisti mihi, compatiuntur mecum... Peto namque ut particípentur mecum de grafía tua in sempiternum. (Che– valíer, Biblioteca litúrgica, t, 9, p. 50 . La segunda la reza santa Cecilia en su martirio: Domine, Jesu Christe, Pas– tor Bone, semínator casti consilií, suscipe semínum fructus, quos in Crecí– lía seminastí. (Brev., 22 nov.) La tercera es de san Paulino aquileyense: Deprecamur... Summe et Optime Pastor, ne pereat ovis; imple officíum Summi Pastoris. Persequere leonem, qui rapuit ovem de grege tuo; leo interficíatur et ovís de ore ejus eruatur: tu enim es Pastor ovíum. Rex noster potens, contere Sata11am sub pedíbus nostris. Et nunc... tot de grege tuo quotidie rapiuntur oves, et quare tantum taces?... Ergo, Domine J esu, Pastor noster, accípe arma tua et progredere, ut pugnes contra leo11em adversarium nostrum, qui círcuit quaerens devo– rare nos. (Migne, P. L., XCIX, 266). Así oraban al Buen Pastor en provecho de los fieles vivos; pero igualmente lo hacían en sufragio de los difuntos. Véase esta consoladora súplica del Sacra– mentario, que rezaban seguidamente al enterramiento, pidiendo a Dios que el fina~ci, marte redemptum, débítis solutum, Patrí reconcíliatum, Boni Pas– toris humeris reportatum, Regís perenni gaudio et sanctorum consortio per– frui concedat. (Muratorí, Liturgia ro~ana vetus, t. 1, p. 781). Cuando en los monumentos sepulcrales anota Wilpent-, se pone la imagen del Divino Pastor, la oveja que lleva al hombro significa el alma del difunto, condu– cida por Aquel a los collados eternos. (Le pítture, pp. 131 y s. J. Es, pues, un hecho constante el que la Iglesia desde su aurora recogió, como un legado de Cristo, la alegoría del Pastor y del Cordero, sirviéndose de ella a través de los siglos para expresar su espíritu de vivificación y acrecentarlo entre los fieles. En todos los ciclos, de tempore 1J (je sanctis, engastó preciosas margaritas que lo testimonian. Así en las fiestas de san Pedro dice, Tu es pastor ovíum, prín– ceps apostolorum, g Beate Pastor Petre, clemens accípe voces precantíum; reza en el Adviento, Eit Agnus ad nos mittítur; en !a Pascua de Resurre'cción, Qui, Pastor Aeterne, gregem aqua lavas baptísmatís; y en el Corpus CHristí canta el Lauda, Sí6n, Salvatorem, Lauda Ducem et Pastorem, y el Bone Pastor, panis vere, J esu, nostri miserere. Todavía hizo más la Iglesia: convirtió las pa– labras del Bautista en· triple oración, que puso por corona a las letanías y la agregó misteriosamente al canon de la misa: Agnus Dei, qui tollís peccala múndí,

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