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140 LA PAS'l'Ol1A DIVINA Y EL BTO. DIEGO J. DE C. bil y que por añadidura le faltaban más de cinco meses de edad para su ingreso canónico en el noviciado . El niño se presentó en nuestro convento de Sevilla, sometiéndosele in– mediatamente a un nuevo examen. ¿Y qué sucedió? Sea el mismo fray Diego quien lo diga, dando cuenta de su conciencia , mucho después , a su director espiritual. <(' Obligado de mi interior, me resolví a pedir el santo hábito al padre guardián de allí (Ubrique) , quien respondió lo diría a mi padre; yo con el miedo que le tenía lo excusé; pero, instado por mi interior , volví a clamar , y el prelado, no haciendo caso de mi miedo , lo dijo a mi padre, y resultó una terrible conjuración de mi madrastra y los suyos: de mi padre nada: ni en favor ni en contra. Era de noche y de día un continuo sermón con mil amenazas, promesas, etc. Yo callaba a todo, y cuando sa lía de su presen– cia, me ponía a saltar de gozo en aquella dura conjuración, llamando a los ángeles para que la celebrasen conmigo. Ultimamente, allanado todo, me examinó el dicho padre guardián en la gramática y me halló inhábil; no obstante sacó mi padre la licencia del muy reverendo padre provincial, pa – sé con ella a Sevilla, me presenté a examen, y, siendo el mismo que antes y los examinadores rígidos, cobré fama de gTamático. Vestí el santo hábito de catorce años y siete meses , siendo mi noviciado acompañado de estos dos prodigios·: el primero, de una opinión de santidad, en la comunidad , no vulgar (pero yo sin cosa de virtud interior); y el segundo, que, siendo in– capaz de leer el castellano sin fastidio mío y de quien me oía, luego que vestí el santo saco, leía con tanta perfección, que servía de admiración a todos. Esto de pronto, sin entender de dónde me venía tanto bien. Desde entonces fué mi ardiente deseo de ser capuchino, misfonero y santo, has– ta lograr dar mi sangre en el martirio» (1). Aunque el beato Diego por su gran humildad atenúe el valor de los hechos, se registran en su relación tres milagros palpables: primero , la nueva santidad de vida; segundo , desaparición del defecto que encadena– ba su lengua; tercero, la gran inteligenda que desde entonces manifestó para toda clase de estudios. La ciencia humana no podrá. explicar, sin la intervención sobrenatural , estos cambios habidos en los pocos días que mediaron de un examen a otro sobre la misma materia y en el mismo ambiente. Porque capuchinos eran los frailes y el convento de Ubrique, donde se verificó el examen con– firmatorio de su incapacidad habitual ; capuchinos eran los frailes y el con– vento de Sevilla, donde fué examinado más rígidamente con resultados positivos de habilidad y competencia. ¿Por mediación de quién se hizo el triple milagro? Segúri la tradición , por la Divina Pastora, que preparaba y elegfo así a su futuro apóstol. Pero aun hay más; también lo afirma fray Diego en sus primeros años de sacer– docio, antes de manifestarse como enviado de Dios, cuando predicó un ser– món célebre el 1769 en Benaocaz. Al escrib irlo, antepuso una ferviente dedi– catoria a la Pastora Divina de las almas , y entre las muchas alabanzas que, a la manera del padre Isidoro, la dice, se encuentran ciertas frases re– ferentes a los prodigios, que son las que siguen: l. Carta al P. Francisco J. González, 16 de julio de 1779.
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