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LA. DIViNA PASi'ORA V LA VOCACIÓN DE Í-'l~. DIEGO Y en tanto una campana se empieza a columpiar, diciendo por los c1ires su lengua de metal: -¡tin! ¡tan! ¡tin! ¡tan! - El niño reza el Angelus , con célica piedad, mientras el sacro bronce XII XIII repite sin cesar: -¡tin! ¡tan! ¡tin! ¡tan! - Y, el templo c1bc1ndonc1ndo, dirígese a su hogar, cuando repite el aura con eco funeral: -¡tin! ¡tan! ¡tin! ¡tan!- -¡Paso! ¡Paso al apóstol futuro! ¡Paso al vate, jurista y asceta, orador, taumaturgo y profeta, cuyo nombre la España henchirá,! ¡Paso! ¡Paso a fray Diego de Cádiz! ¡Paso al carro de triunfo anirilado, do, glorioso, Jesús enclavado de región en región marchará! (1) Así cantaba el vate hinojero la tradición oral , desfigurada en los acci– dentes, pero encarnando en su fondo la verdad de un hecho ·histórico. Aquel niño, rechazado por inhábil, acude con ruegos y lágrimas a su padre para que obteng·a del padre provincial el permiso necesario con el fin de que pueda presentarse en Sevilla e ingresar en el noviciado. Ern provincial entonces el padre Carlos de Ardales, varón prudentísimo, lleno del espíritu de Dios y en frase del cronista de nuestro convento de Sevilla, religioso de mucha paz y observancia, sin ficción (2). Algo sobrenatural , alguna inspiración del cielo . debió sentir en su alma el padre Ardales , cuando accedió sin demora a cuanto se le pedía, sin reparar en los impedi– mentos de las calabazas y tartamudez, ni en la gravísima responsc1bili– dad que sobre sí echaba con la admisión de un postulante declarado inhá- 1. Muñoz y Pabón cae en el anacronismo de muchos escritores al creer que la Divina Pastora era escultura colocada en camarín. Fué un cuadro, como se ha dicho, y la imagen, que conocimos en el convento, es posterior a la invasión francesa, según consta en las crónicas del c_onvento de capuchinos de Ubrique, donde, haciéndose el inventario de su restauración en 1814, se dice: •Queda también una hermosa y peregrina imagen de talla de la Divina Pastora, traída de Sanlúcar, posesión de aquella comunidad, a ésta, a ruegos del R. P. guar– dián fray Luis de Ubrique y el P. fray Juan Nep. de Ubrique..., no menos que a sú– plicas y a vivas instancias del R. P. guardián de esta casa, quien·le deja concluido un pre– cioso camarín, para su religiosa colocación, lo que se expresa, para honra y gloria de Dios, honra de su santísima Madre y de N .. P. san Francisco, que en unos tiempos tan escasos y calamitosos no lo han sido para hacer todas estas cosas •. P. NrcoLÁS DE CóRDOBA, o. c., f. 93. -Cuando en 1911, se mandó esta imagen a nuestra misión de Santo Domingo, muchos lamen– tamos el caso, por estimar ser la que habló a fray Diego y le hizo los milagros; pero el error es,manifiesto. - 2. Fr. Angel, o. c., t. I, f.-164.
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