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136 LA DIVINA PASTORA Y EL BTO. DIEGO J. DE C. VII - ¡Yo quiero en tu r ebaño ser zagal! Y en busca de la oveja ex travi ada, que se fugó a pacer hierba letal, recorrer el otero y la majada, y ha sta el monte llegar y a la ca ñada, y al espinado seno del zarzal. ¡Yo quiero en tu rebaño ser zag·al!- Y corre por los hogares ahumados de ardiente leña (do sus dichas y pesares, sus glorias y sus azares cuenta la gente ubriqueña) , VIII esta hermosa trad ición. que, a caso no llegue a hi storia; mas, que de la lluvia al so n, con honda veneración, se rep ite de memoria . TRADICIÓN Del obscuro camarín la bóveda se entreabrió, y entre nubes de jazmín , irisadas de carmín, luz divina descendió: y entre cascadas de flores , que nadi e soñó tan bellas , entre niños bullidores, perfumes y resplandores, cantos , arpegios y estrellas, vió el orante descender , como entre viva guirnalda, la forma de una Mujer, vestida de rosicler , con la áurea crencha a la espalda; descender con vuelo leve sobre querubines bellos , que dan a su planta breve alfombra de alas de nieve y ensortijados cabellos. Y era clara y transparente, como estatua de cri stal; de faz hermosa y riente , casta, y pura , y esplendente como un sueño divinal. Y apenas apareció, despareció con presura, y extático el niño vió que amante le sonrió de la Virgen la escultura, y así comenzó a decir con acento maternal: -¿Con que me quieres seguir y en mi rebaño servir? Descuida; te haré zagal. Y no habrá oveja perdida que resista a tu clamor: a tus pies vendrá rendida , porque la v uelvas dolida al rebaño de mi amor. Más ovejas me han de dar tus sudores y desvelos que hojas tiene el encinar , que arenas mueve la mar y estrellas Iucen los cielos. Por cada oveja perdida que vuelvas a mi redil , yo te daré en otra vida nueva corona, tejida eón flores de mi pensíl. Mas.., ¿qué murmuras, doliente? ¿Que eres torpe de razón? ¡Pierde cuidado , inocente , pues tienes , por dicha , ardiente de amores el corazón! De amores hecho un volcán tienes , niño , el corazón; y el amor es un titán de qu ien el pujante afán no admite contradicción . Tu amor me ha vencido a mí. ¡Mira si podrá el amor!

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