BCCCAP00000000000000000000461

L A DIVINA PASTOl?A Y LA VOCACIÓN DE PR, DIEGO IV -¡Yo quiero en tu rebaño ser zagal! y aunque arrostre las iras y furores del hambriento y feroz lobo infernal, el mundo ensordecer con mis clamores , sin sesg·ar del verano a los calores ni de invierno al helado vendaval. ¡Yo quiero en tu rebaño ser zagal!- V Y el día tocaba a su ocaso; silencio reinaba doquier; las altas vidrieras del templo la luz de la tarde irisaba al través; y extático, al pie de la Virgen, de hinojos el niño aún se ve... ¡Devoto, en verdad, es el ángel! Decidme, tinieblas, decidme quien es . La lámpara alumbra tan poco, tan débil y tenue es su luz, que apenas si rasga a las sombras del templo, ya obscuro, su fúnebre tul. Orante de amores perdido, que tienes los brazos en cruz y el alma en la Virgen que adoras, respóndeme, niño, ¿de quién eres tú? Y el niño los labios despliega, su pecho se empieza a ensanchar; da un hondo suspiro, y parece que el alma doliente tras él se le va. Con voz que entrecorta su llanto, retorna cuitado a su hablar. Nocturnas tinieblas del templo, qué dice escuchemos; atentas estad, - ¿Y a dónde, Virgen santa, a dónde, dí, iré yo, tan rudo, que no logro saber una lección? Me llaman «burro mudo», y ha dicho el preceptor que no ha visto otro niño tan torpe como yo. Volví de Grazalema cubierto de baldón; de Ronda vuelvo ahora, mas no Con más honor: VI que si de allí me expulsan por torpe de razón, de Ronda, por imbécil, repúdiame el lector. ¡Ay Virgen, Madre mía ¿a dónde, dí, iré yo, tan rudo., que no logro saber una lección? Duélate, Dastorcita, duélate mi dolor; mira que te lo digo de todo corazón ., 135

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz