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134 LA DIVINA PASTORA y EL e-ro. DIEGO j. DÉ c. mientras , con tonos vagos, besa, colora y baña humilde campanario de espadaña , que verdes y amarillos jaramagos ostenta de su sién como plumero , cuando la nube, que camina errante, no lo toca de nítido turbante con un jirón de su vapor ligero. Su mohosa veleta , que se destaca escuela sobre el fondo de azul , que le da el cielo, coronando su altura , sube hasta las regiones azuladas, cual suspiro de amor de un alma pura, mostrando, como artístico remate, la cruz , que en vano el huracán combate , y que mirando de su altura al suelo , decir parece con su lengua muda de las montañas a la mole ruda , que no es la fuerza quien escala el cielo. Es la torre del convento de capuchinos de Ubrique; redil de ovejas queridas del rebaño de la Virgen , del Buen Pastor tierna Madre y amadora Sunamitis , que se ha dado al pastoreo para así mejor seguirle. Pobre y oscuro retablo, si bien de airosos perfiles , a camarín espacioso 111 y un sombrero de anchas alas , con pimpollos y carmines, cubre su hermosa cabeza, que vela toca de nipis. Rosal cubierto de flores de grato dosel le sirve; musgos y flores campestres las abruptas rocas visten, y sabandijas y pájaros · de incoloro marco sirve; do, entre ramajes y riscos, con vestidos pastoriles, de formas inverosímiles ocupan todos los huecos, que aquéllos dejaron libres. Entre millares de conchas , y entre caracoles miles , se destaca hermosa imagen de la Inmaculada Virgen. · Blanca pellica de armiño su bustci de blanco viste, gayamente contrastando con los vividos matices del manto de raso grana, que bordan áureos jazmines . Con lazos, que prenden grupos de amapolas y alelíes , sostiene su diestra mano nívea , cual pluma de cisne, cayado de plata rica, con que su rebaño ri ge; que orlan arroyos de espejo , do estáticos peces viven , vense nevadas ovejas con lazos de colorines y doradas campanillas de no escuchado repique. Fijo en el rostro esplendente de la campesina Virgen, como de Dios en el rostro los ardientes querubines , de rodillas yace un niño , que frisa en los doce abriles , y con voz apasionada así comienza a decir le:

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