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124 LA PAStORA DIVINA y eL Bto. DleGO J. l)E, c. Europa, ve a la América , y hallarás a millares los rebaños que apa– cientas (1). El venerable padre Isidoro, no sólo pasa a la historia, como fundador del título y traje de Pastora , sino como un apóstol máximo·de la devoción a la Virgen, acrecentada con la nueva advocación , siendo muy difícil que otros, por grandes que sean, lleguen a superarle , en celo, amor, sacrifi– cios ,_vejaciones , fidelidad, y consagración íntegra de todos los actos de su vida a la misión mariana, que había recibido del cielo. Podrán, sí, a tra– vés de los siglos enriquecer la devoción con nuevas y gloriosas iniciativas ayudados del tiempo y de las circunstancias , que suelen perfeccionar y co– ronar las obras; pero nunca, así lo creemos, exceder a la intensidad y ex– tensión del apostolado isidoriano, cumbre entre todos , del cual tomarán inspiración y aliento los futuros apóstoles, como primer motor y cáusa pri – mera de dar culto a la Virgen María , bajo la tierna y peregrina advocación de mística Pastora. Su gran figura yérguese, señera y con singular relieve, para situarse en la cima donde refulgen los más eminent¿s apóstoles marianos, sin su– frir eclipse ante las irradiacion es de san Cirilo, san"Bernardo, san Buena– ventura , el beato Grignón de Monfort y del piadosísimo autor de Las 0/o– rÍas de María. Entre estos astros de primera magnitud, luce con luz propia , sosteniendo en una mano el estandarte de la Divina Pastora y en la otra la corona franciscana, puestos a sus pies el tesoro de sus méritos, acumli– dos en su larga vida, densa pletóricamente en servicios de apostolado. l. Villegas, preliminaFes. - Las letras o palabras cursivas suplen a las que han desa • parecido del original por la polilla.
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