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122 LA DÍVÍNA PASTORA 'y EL BTO . D1 1::GO J. De C. nidad de capuchinos en Sevilla en el 1888, volvió la Pastorcita a este convento con el mismo pobre mar– co que le puso el ve– nerable; pero traía además, en el dorso , un papel , que le ad– juntó el dicho padre Salvador, escrito con su puño y letra, historiando el ori– gen y excelencia del cuadrito, para per– petuar su memoria en las futuras gene– raciones. Así per– maneció, archivado o expuesto en la cel– da del padre guar– dián, hasta el año 1921, en que se le hizo un precioso re– ! icario y se colocó a los pies de la ima– gen mayor de la Di– vina Pastora que se venera en nuestra iglesia. Si como es de suponer entre los escombros y cadá– veres de la bóveda se hallan las reli– quias del venerable , sin honores ni glo– ria, como él quería; en cambio descan– INSCRIPCIÓN PUESTA AL DORSO DE LA DIVINA PASTORA QUE PER– TENECIÓ AL V. P. ISIDORO. IGLESIA DE LOS CAPUDHINOS. SEVILLA. san bajo la sombra de las dos imágenes de su Pastora, esperando el día de la resurrección. Pero antes, es necesario romper el pacto de su renuncia de honores y glorias en este mundo, hay que ir contra sus propósitos y humildad y, co– mo se dice hoy , resucitar su figura, si no olvidada, desconocida. Ninguna ocasión tan propicia como la oportunidad del bicentenario de su muerte, que se aproxima. La Divina Pastora no puede permitir que la vida ejemplar de su predilecto hijo y esclavo sig·a por más tiempo oculta y disperdigada entre los papeles de archivos polvorientos . PJng·amos fin a esta primera parte de nuestro libro con lo que escribió un insigne hijo de san Ignacio , el maestro Baltasar Molina, al censurar el PoemadeVillegas , en honor del venerablepadrelsidoro a raíz de su muerte:

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