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114 LA DIVINA PASTORA Y BL BTO . DIBGO J. DB C. Desde la tard e anterior a las honras, se abrieron las puertas del tem– plo , iluminado con cera gruesa, como jamás se había visto, y las campanas no cesaban de dar dobl es en señal de duelo . Fué muy típico de estas exe– quias el espectáculo de las calles de Cádiz, pobladas, en aquella noche, de Rosarios , cuyas Hermandades con cruz , insi gnias y fa roles acudían al templo de la Pastora para tributar a su fundador el último homenaje. La Archicofradía la s esperaba en la puerta de la capilla, y cuando la s div isa– ba , salía a su encuentro con el pendón , ofrecía cirios a los hermanos de la extraña, y unidas llegaba n al templo, rodeaban el catafalco y después de cantar un responso , se despedían en la mis1úa fo rma del r ec ibimiento . Des– filaron los Rosarios de nuestra Señora del Ca rmen, del Pilar, de santa María de Belén, de la Virg·en de la Palma , de los Remedios, de la Rosa y de nuestra Señora de la Bendición de Dios, todos acompañndos de un gran gentío, que acudía por la novedad y por · el santo recuerdo del venerabl e difunto. A la mañana s iguiente, con la pompa acordada en que gastó la Cofra– día todas sus reservas , se celebró la misa exequial, presidiendo el duelo la comunidad de capuchin os, y después pronunci ó la oraci ón fúnebre el li – cenciado, don Juan Vida! Camacho, «con la elocuencia que le era propia » (1). Y no satisfecha con todo lo hecho , mandó pintar un retrato del ven e- . rabie , parecido al de S evi lla , y lo expuso en el coro de la iglesia , do nde se halla para perpetuar su memoria en lo veni,dero . Al pie de la pintura se lee : «Verdadero retrato del muy rever endo, venerable padre fray Isidoro de Sevilla, de la Orden de menores capuchinos, ins igne propa gador del culto y devoción de María Santísima nuestra Señora, fundador de este templo y de esta Hermandad, el año de 1733, en es ta nobilísima ciudad de Cádiz , bajo la advocación y tiernísimo título de Pastora de las almas , siendo el primero que con es te título la predicó y dió a conocer a to do el orb e cri s– tiano , cuyo ardentísimo celo, con su predicación y escritos, consiguió in– troducirla hasta lo más remoto de las Ind ias». Mientras tanto Seviila no se dormía , ni sus capuchinos, ni la r ea l y pri– tiva Hermandad se cruzaban de brazos, sino que estudiaban el modo de manifestar su dolor , su veneración y afecto por el venerable, para ofrecer – le sufragios extraordinarísimos y rendirle un homenaje digno de su santi– dad y méritos. Los capuchinos por su parte en la mañana del 22 de enero de 1751 , celebraron en su iglesia honras fúnebres con solemnidad inusitada , pues igualaron a las que acostumbraba la Orden en las circunstancias más ex– traordinarias. La comunidad de padres trinitarios, en corporación , cantó desde el coro el oficio y misa de difuntos , y la de los padres carmelitas descalzos , por haber sido declarado el venerable miembro insigne de la Orden ,¡:armelitana , ofició en el altar. Pres idían el duelo las autoridades, Ordenes r elig iosas , toda la nobleza sevillana, cuyo convite hizo don Juan José Clarebout y la real y primitiva Hermandad, que vino en procesión , desde la parroquia de santa Marina, con el simpecado de la Divina Pastora , que colocó junto y a la derecha del gran catafalco que se erguía en el cen- 1. MEMORIA HISTÓRICA DE LA ARCHICOFRADÍA DE LA INMACULADA P ASTORA , c., de donde se han tomado es tas notic.ias.
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