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MUBll'tE. i>EL v. ¡,, fsmcmo 109 piosa lluvia que caía, no dejaba de venir en avalanchas, para honrar los restos del venerablé y l!evarse alguna reliquia. Después de repartirse las flores qu,e adornaban el ataud, fué preciso quitarle el hábito y hecho peda– citos , se distribuyeron para «sosegar el tumulto » de los fieles, que a por– fía emulaban un recuerdo del venerable difunto a quien creían ser un san– to (1) . La lluvia era torrencial e impetuosa, pero cmrnto más llovía , mayor era el número de los devotos que afluían a venerar las reliquias del vene– rable. Temerosa la comunidad de que sobreviniese alg·ún disturbio, por exceso de piedad de los visitantes, acordó inhumar el cadáver precipitada– mente y casi en privado, dándole sepultura en la bóveda que estaba a los pies del altar del san Antonio de Murillo, antes ele que la noticia, debido a la gTan tormenta, hubie,se circulado por .Sevilla. Tanto fué así, que ni la · Hermandad .de la Divina Pastorn pudo asistir al piadoso aclo (2). Hemos dicho que el padre Isidoro presintió que el día ele su muerte sería el del D'atrocinio de la Virgen, como así sucedió. El padre Nicolás' ele Bilbao , en la Oración ltínebre del venerable (3), y Arana de .Varflorn , en el lugar ya citado, aseguran que, dos días antes de morir,.reveló e/ venerable esta circunstancia a un padre maestro trinitario, y por !oque enello pueda haber ele providencial , vamos a exponer un hecho , que reg'istran 1.as c'r.óni– cas de nuestro convenio de Sevilla, íntimamente relac ;onado eón el vati– cinio. De todo el mundo es conocida la colección de pinturas , que el gTan ar~ tífice Murillo pintó para nuestro convenio. Entre ellas es famosa la de nues– tra Señorn de Belén , llamada vulgarmente La Virgen de la Servilleta, pin – tada para presidir el testero principal del refectorio . . Aquí permaneció un siglo escaso, hasta que la comunidad, molesta por los muchos tur•istas, que entraban en el interior del convento para contemplar su belleza, acor– dó trasladarla a la iglesia , exponiéndola a la veneración de los fieles ~n el retablo mayor,-todo de cuadros de Murillo-en un hueco central que había libre sobre el sagrario/fijando su fiesta para el día del Patrocinio de la Virg·en. Horn_s antes de expirar el venerable, era trasladada procesional– mente la portentosa pintura desde el refectorio a la ig·lesia, y poco después, se conducía desde su celda al coro bajo el cadáver del venerable padre Isi– doro. A la mañana siguiente se celebraban en capuchinos dos funciones relig'iosas: una en honor de la Virg·en de Belén con título de Patrocinio; que presidió la otra, ele los humildes funerales y enterramiento de su siervo y esclavo (4). 1. Vil lega s. - 2. L. DE ACTAS DE LA PRIMITIVA 1-IERMANf:>AD DE LA D1vrNA PASTORA, f. 46. - 3. O. c., p, 8.-4. • NuESTRA SEÑORA LA REFECTOLERA. Es LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN, que est,\ colocada en el altar IJJayor, de mano de Murillo, que la pintó para el refrctorio.doqde esmvo hasta que el reverendo padre fray Antonio de Alcalá, el año de 1750 la puso en á altar mayor, renovando y dorando el retablo, haciendo fiesta solemne todos los afios el día del Pa– trocinio de nuestra Sefiora por el mes de noviembre, la que costeaba dofia Francisca Mbidez de Sotomayor y dotó perpetuamente ,. Fr. Angel, o. c., 1. l, º, f. 224, SiempFe que dicha-\ Vit•– gen se nombra en las crónicas, se la llama de BELÉN o NTRA. SRA. LA REFECTOLERA, pero nun– ca de la SERVILLETA, nombre muy posterior, que acusa de leyenda todo lo que se ha escrit;:, ·re– ferente al caso de la servilletá, Aunque el lienzo en que está pintada es de la misma clasé 'c¡ue
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