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108 LA DiViNA i>AS'tORA Y EL B'l'O, DIBGO J. DB C. orbe todo como Pastora, para que en este misterioso titulo ... todos te ve- neren, todos te magnifiquen y te alaben todos , declarándose ... mansísimas ovejas de tu rebaño, para que, como Pastora Buena ... , les des los pastos más abundantes y les comuniques las cop iosas saludables aguas de tus incomparables beneficios. Pues, como la experiencia nos lo dice y multi– plicados prodigios lo pregonan, a manos llenas comunicas tus favores a todos los que en estas imágenes tuyas de Pastora te veneran• (1). «Oh padres capuchinos, amados hermanos míos, y cómo debéis ob– sequiar y continuamente predicar no sólo en los templos, s.ino también, y aun con mayor utilidad, en las plazas , en las calles y aun en los campos, los elogios de esta Divina Reina con el ternísimo título de Pastora, pues sois vosotros el instrumento de que se ha valido Dios para sacar al mun– do y al universal conocimiento de todos este título y traje dulcísimo en la entronizada majestad de María Santísima nuestra Divina Reina y dulcísi– ma Pastora » (2). Este fué su testamento, escrito en vida, legando a su Orden, a la que tanto veneraba, la preciosa bandera de sus misiones; pero también escri– bió, tal vez en el lecho del dolor, aquella rendida súplica de la última página de La Pastora Coronada, pidiéndole una santa muerte, como su poslrer salmo y el Educ de custodia animam meam ad con!Ytendum nomini tuo, que dice así: «Allí, comunícame tu luz; allí, asísteme con tu resplandor; allí, favoréceme con tu claridad, para que saliendo bien de aquel lance, por los siglos de los siglos con perfección le ame, y amándote, te glorifique» (3). Estas son las últimas frases que trazó la pluma mariana del venerable, pidiéndole a la Divina Pastora su protección y patrocinio para su última hora. Antes de cerrar los ojos para siempre , pudo contemplar en grandiosa perspectiva el árbol frondoso de la devoción de la Divina Pastora, nacído en el suelo sevillano, pero ya corpulento, exparciendo su_s ramas por toda E~paña , Europa y las dos Indias. La vió nacer en sus brazos y a su influ– jo, la cultivó con solicitud y esmero; vió su rápido y milagroso desarrollo, y ve ahora que, bajo su sombra, se cobijan los pueblos más distantes de la tierra. Su misión está consumada, habiendo consagrado, particular y totalmente, los últimos cuarenta y siete años de su vida a la difusión del nombre y del culto de la Divina Pas tora, su g-ran ideal, el blanco de sus amores y de todos sus sacrificios. , Aureolado de heróicas virtudes y en olor de santidad, cual otro Moisés, que vivió con Dios en la boca y murió en el ósculo del Señor (Deut. , 4, 1), alegre y sonriente, diciendo: - ¡¡Padre Dios!! ¡¡Pastora mía!! - cerró sus labios y sus ojos el apóstol marianísimo , para abrir en el cielo los de su alma , en la tarde del 7 de noviembre de 1750, mientras los religiosos can– tab9n,das vísperas del Patrocinio de la Virgen, como lo había predicho ».(4). Sú cadáver quedó fresco y apacible, como quien duerme el sueño de los justos. Sangrado al día siguiente , corría la sangTe como de un cuerpo vivo, caso que ,se creyó milagroso . El pueblo de Sevilla a pesar de la co - l. LA MEJOR PASTORA AsuNTA, preliminares. -2. lb., p. 515. - 3. PASTORA CORONADA, 2." parte, inédLta, p. 1116. - 4. P. Bilbao, PANEGIRIS c., preliminares y p. 8.

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