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APAl?ICIÓN DE LA IJIVINA PASTORA AL V. P. ISIDORO 97 tan admirable empresa lo destinó su gTandeza divina; pero en esta inisma elección y destino, parece que manifestó de Dios la Majestad a nuestro ve– nerable ... , los trabajos que había de padecer en la extensión de obra tan celestial, pues las persecuciones. calumnias, falsos testimonios y comra– dicciones que padeció, fueron sin mesura. Fué mucho lo que en esta obra padeció; pero todo con ~ingular paciencia y alegría rara; y .solía proferir muchas veces, hablando: con su Divina Pastora: Señora, como yo consiga //. ·•--1· _rus cultos y veneraciones, vengan sobre mí trabajos, vendgan apkebntas, y 1 1 más que todo el infierno se conjure contra mí. Alegre,pa ecía a lo tan– tos trabajos para extende'r el nombre de Cristo Santísimo en el mundo: gustoso sufría nuestro venerable padre las persecuciones, por preconizar, en el orbe, de la Divina Pastora el dulcísimo nombre• (1). Hasta aquí el padre Bilbao; pero debemos advertir que también ~l pa– dre Za lamea, al citar las frases subrayadas, las calificó de pacto hecho poi ·el venerable con la Divina Pastora (2). Ahora bien, por 111uy poco que se reflexione sobre el contenido y sig– nificado de los anteriores párrafos, se verán bullir en su fondo, quizá sin pretenderlo sus autores, los perfiles y la realidad de la apa'l'ición , cierta– mente en penumbra , pero como verdad histórica, que es difusiva cual la luz y tiende naturalmente a manifestarse. Así lo publican también muchos predicadores señalando. como lugar del acontecimiento, el coro bajo de nuestra iglesia. Por todas estas razones la opinión más generalizada es la de la visión , y la abrazaron muchos escritores insignes , de los cuales aduciremos tres: el crítico historiador sevillano, Alonso Margado; el cardenal Spínola, arzo– bispo de Sevilla; y el culto bibliófilo , . don Joaquín Hazañas y la Rúa, cate– drático y ex-rector de la universidad hispalense. Margado, en dos de sus libros, escribiendo _sobre las prerrogativas y · recuerdos históricos de nuestro convento de Sevilla, afirmó: «Que ninguno puede compararse con la gracia singular y extraordinaria de haberlo santi– ficado la misma Señora con la misteriosa aparición en que se dejó ver al venerable padre Isidoro de Sevilla , vestida de Pastora, según se cree pia– dosamente, apoyado en sólidos fundamentos, para in timarle que promulg·a– se su devoción, predicándola al pueblo cristiano» (3). «La profunda humil– dad de tan digno sacerdote nos ha privado de oir de sus labios autorizados las circunstancias del orig·en de esta preciosa y peregrina advocación. Só– lo se dejó decir, con candor ang·elical, en el libro titulado La Mejor Pasiora Asunta, que una sencilla ocurrencia fué la causa de que la Santísima Vir– g·en se conociese por los fieles con el nombre de Pastora amabilísima del rebaño de Jesucristo. Sin embargo, una respetable -tradición, jamás inte– rrumpida, desde los días de aquel venerable religioso hasta nuestros tiem– pos, asegura que tuvo una visión celestial y encantadora, en la que se le apareció la Madre de Dios, con semblante agraciado , sentada en un monte, bajo frondosa alameda , vestida de una túnica talar , pellica y cayado pasto– ril, y una especie de mantilla terciada sobre su cuerpo. Agr.upadas en tor– no suyo, vió a varias ovejitas con rosas en la boci'l, en ademán de llevár- L PANEGIRIS FÚNEBRE, del V. P . Isidoro de S., pp. 44 y s. - 2. SEÑORA, ACUÉRDATE DEL PACTO QUE HEMOS HECHO, ÜRACIÓN FÚNEBRE, p. 41. - 3. SEVILLA MARIANA, t. 4. 0 , p. 261. 13
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