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Al>AÍ?ICIÓN DB LA PAS1'Ól?A AL v. P. ÍSIDÓI?Ó un florido paisaje, acaricia con su diestra a su Divino Niño y a la vez a un corderito, al que abraza Jesús por el cuello, mientras les ofrece su Madre un simbólico fruto. Pudiera decirse que estas representaciones fueron precur– soras de la concepción isidoriana y hasta pudieron servir de elemento ma– terial al venerable, sin que de esto existan huellas; pero de ningún modo pueden identificarse, pues las primeras carecen de pellica, báculo, rebaño, ambiente místico pastoril y del grupo complementario del lobo, la oveja ex– traviada y del arcáng·el san Miguel qu.e baja del cielo para defenderla. Ade– más, esas pinturas, aunque superiores en belleza y calidad artística al pri – mitivo cuadro de la Divina Pastora, no tuvieron ni la unción ni la particula– ridad de producir, como éste, un movimiento religioso , que a través de los sig·los es cada vez más fuerte y extenso.- 2. 0 Más directamente pudo influir. la poesía clásica castellana, exube– rante pensil, bucólico-mariano. Lope de Vega, en su comedia, La Buena Guarda, en el nudo y desenlace, no hizo más que establecer el ·pastorado ele la Virgen sobre una pastora infiel y sobre su gTey espiritual, abánclona– cla por ella . En Los pastores de Belén, en lindo romancillo, canta·a la Ma– dre del Sumo Pastor: -Zagala Divina ,-bella labradora - boca de rub:es, -ojos de paloma. Y para no alarg·arnos más, citaremos sólo una de las preciosas octavillas italianas con su estribillo, en que Ubeda nos da · una imagen viva ele la Virg·en pastoreando a su Cordero y a su rebaño. ¿ Quién nunca vió Pastorcita tan sin ganado y apeÍ'o, . que con tan solo un Cordero fué del mundo la más rica? Sois Pastora .ele tal suerte, que aseguráis los rebaños ele mprtandades y daños dando al lobo cruda muerte.. Dáis vida a quien se os aplica, y en los cielos y .en la tierra libráis las almas de g·uerra, . como poderosa y rica. ( CANCIONBIW) Tocia esta floración pastoreña pudo despertar en el venerable, coIi10 elemento material, la idea ele su concepción, pero no:consta que así fuese, ni entonces se estudiaban nuestros clásicos, que estaba-nen completo olvi– do, ni obsta ello, admitida la hipótesis, para la revelación, porque Dios suele ordenar las cosas, para que por las visibles .conozcamos las invisi- \ bles del cielo (Rom. 1, 20). . . . 3. ° Ciertamente se registran, en .tiempos anteriores al hecho que es– tudiamos, algunas apariciones ele la Virg·en en forma ·de Pastora. El.padre Isidoro refiere que se le apareció a un pastorcito para socorrerlo en una noche de tormenta , y a san Juan de Dki°s, cuando . despedido · de la yegua que montaba, quedó tan maltrecho que.creyéndose morir solo; clamó a la Virgen, que vino vestida de pastorcita para confortarle, dándole a beber un agua misteriosa. Otra visión de este género se dice, en su vida, que mvo san Pedro de Alcántara. Pero estas apariciones difieren esencialmente de la del padre Isidoro , porque aquellas son del orden particular y van dirigí-

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