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t- ESTILO IJEL V. P. ISIDOIW IJE StVILLA litante; y esas otras, que se purifican en oscura selva-silva tegit-, for~ man la iglesia transeunte; y esas muchas, que felices sestean en el apris – co - slabulantur in antris-, son la iglesia triunfante, y todas son mías y me pertenecen. Si me preguntas cuántos y cuáles son mis ganados , no te lo pudiera decir, pues el contar las g-reyes es propio sólo de pastores pobres (1). En sus principales obras marianas trnta con extensión y profundidad de la vida de la Virg·en , de sus virtudes y prerrogativas, sin preterir ante las gTancles cuestiones los más insignificantes pormenores, pudiéndose for– mar con sus escritos una completa mariologfo. Preferentemente, como lo hacía en sus sermones, dedicó su pluma al misterio de la Asunción glorio– sa ele la Virgen, siendo en España el precursor más destacado del movi– miento asuncionista tan floreciente en nuestros tiempos. Toda esta doctrina mari ana como hemos dicho , la dirigía ingeniosa– mente para explicar el pastorndo de la Virgen sobre Dios , sobre los áng·e– les y los hombres, y sobre todas las criaturas. Firma del V. P. Isid oro de Sevilla, tomada de la partid a de su profesión religiosa. Su estilo es claro y expresivo, pero fuertemente conceptista y cultera– no, aunque debajo ele la hojarasca retórica refulg·e siempre la unción de su pi,zdad y grnn fervor religioso. Se paga del uso de la tautolog·ía , de los retruécanos , y g·enernlmente construye sus períodos con el hipérbaton de la leng·ua latina. Sus imágenes , símiles y figuras son los característicos de su época; por lo que no se da rán a luz sus libros inéditos y los editados difícilmente volverán a imprimirse. Hay una excepción , su Novena de la Divina Pastora, un tanto adjetivada , pero por su fondo piadoso, devoción, fluidez de estilo y belleza literaria , resulta tan del agrado del lector, que siempre es nueva, buscada con interés y por eso se multiplican sus edi– ciones , que quizás pasen del ciento. El padre Isidoro fué además el creador de una piadosísima fórmula de consagración o dedicatoria de sus libros a la Divina Pastora, que suele comenzar:-¿A quién , sino a tí, entronizada Reina del Empíreo ... ?-, en la cual, con fondo y manera barrocos, le declara su rendido amor, su filial servidumbre, su entrega total de todo cuanto posee a la Virgen Pastora, a quien exalta , voceando encomiásticamente sus prerrogativas y alabanza s, y termina con esta enfática confesión de su esclavitud mariana: - Madre, Pastora, Señora: besa tus sacrosantos venerables pies tu indig·nísimo y vi – lísimo esclavo, fray Isidoro de Sevilla - (2). Esta fórmula fué muy del agrado de los capuchinos y, como -se verá l. LA ME¡oR PASTORA AsuNTA, pp. 410 y s. - 2. Ib., preliminares.

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