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PRÓLOGO IX fué el que inspiró el libro para recuerdo del centenario y . como fiel expo– nente del trascendental empuje que díó el beato Díego a la devoción, 110 siificíentemente conocido 1J a veces olvidado; No cabe duda que el tauma– turgo es la figura central de la advocqcíón 1J el primer apóstol de su culto litiírgico, El libro, sin embargo, tiene su unidad, razonada, pri1neramente, en los guiones de cada parte y, en general, en el orden cronológico de los aconte– cimientos. No sale esta obra con altas pretensiones.en el estadio de la literatura, ni en el de la historia, ni en el de la crítica, ni siquiera en el de la teología. Aiinque lo deseaba, no podía aspirar . a una mela superior a mis facul– tades. De aquí que su aparato crítico 1J literario sean sobrios y humildes; Su alcance, pues, no trasciende más allá de una conversación sencilla y amigable. En este plan corrió la pluma amontonando noticias y anécdotas, que podían eliminarse. Pero opté por la constancia para su conservación y dar ambiente al estudio. Sin embargo, más de una vez sometí el escrito a una poda implacable y, a pesar de ella, se tacharán de prolijos algunos particu– lares 1J biografías, lo que ha de perdonarse p0r las razones indicadas. En otra edición, sí llega, se eliminarán del título el nombre del beato y muchas adherencias del texto, ya innecesarias, aliviándose su volumen bajo múl– tiples aspe.dos. La presente recíbase como un tanteo exploratívo del histo– rial de la advocación. Confieso ingenuamente sus imperfecciones y lagunas que no pude rellenar por carencia de materiales, lo que se advertirá sobre varías nacio: nes europeas, de las q11;e apenas hay más qµe una profusión de grabados, indicio de que existió ·:a devoción. Lo mismo sucede con las misiones, · que trataré más a fondo en otra obrita para la que me estoy documentando. Debido a esto, en un principio apellidé la obra ENSAYO; mas, luego, para satisfacer la indicación de ciertos escritores autorizados, borré aquel vo– cablo, subiendo el libro de categoría. Por su extensión quise publicarla en tres o .cuatro volúmenes; pero los gastos de tirada y encuaderna,ciq:;,:irrojaron un presupuesto tan elevado que hacía la obra ínvendib.ie, vi¿ndome constreñido a reducirla a dos sola- 1nente, y así 1J todo su venta 110 compensará los gastos, Va ilustrada copiosamente con miras, más que a su ornato y 'amenidad, para conseguir que la ilustración sea una nueva lectura, una prueba más del hecho referente, y para que la iconografía de la advocación, siempre en peltgro de desaparecer eón las vicisitudes de los tiempos, se perpetúe cata 0 logada y archivada en su reproducción gráfica. En la sele.ccíón de figuras para los fotograbados no siempre debí ceñirme a las puramente artísticas, sino más bien a las que son expresivas o hitos de alguna modalidad de la devoción como más propias de la índole del líbro, Y aún bajo-este aspecto no se reproduce sino una pequeña parte del rico tesoro iconográfico que inspiró a sus devotos la celestial Pastora. ¡Tan colmado fué el tributo que le rindieron las bellas artes! Quise presentar una edición pulcra y esmerada, pero fallaron el intento y la buena voluntad. Por la falta de papel, en estos años, utilizó casi la mítad del de la obra rméstra revista, EL ADALID SERÁFICO, para no suspender su salida; en marcha 1'1• edición, advertí que no sé disponía de tipos suficientes y diversos para los

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