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SERMONES PIIEOICADOS Pü.ll Ei. V, P. ISIDOIIO 79 seis novenas, que predicaba de esta amable Virgen anualmente, todos los domingos y días festivos predicaba de las gTandezas de esta amable Seño– ra. Agregábase ser muy raro el octavario de los muchos que esta ciudad consagra a esta purísima Princesa en que el padre Sevilla no tuviese ser- món» (1 ). · Pero el padre Nicolás de Bilbao, maestro de nuestros estudiantes de Sevilla, concreta más la cuestión y afirma que el padre Isidoro predicó más de diez mil sermones de la Virgen (2). Igualmente lo aseg·ura el padre Miguel de Zalamea, confesor del venerable, y lo confirma haciendo un cómputo de los sermones fijos , que le predicaba en cada año, multiplicado por los sesenta de su ministerio, resultando un número mayor que el expresado, si11 contar los extraordinarios , que eran frecuentes, y añadiendo que sus plátiéas no eran tales, sino verdaderos discursos (3). Vi llegas nos dice que de tal manera cautivaba a sus auditorios , que , cuando era oído en una iglesia, difícilmente podía desonerarse de predicar las mismas funciones en los años consecutivos, y rotundamente afirma que subió al púlpito quin– ce mil veces y que diez mil fueron para cantar las grandezas de la Virgen. Cifras estas probablemente inigualadas por cualquier orador, religioso o profano, porque para ello necesitaría los dones singulares con que el cielo é1 dornó al padre Isidoro: un celo ardentísimo por la gloria de Dios y salva– ció11 de las almas; una salud privileg·iada, de hierro, que conservó hasté1 unos pocos meses antes de morir; una vida larga , con capacidad de traba – jo y resistentes facultades, que le dió el Señor para establecer y consolidar la misión que le había confiado. · Y hase de advertir que sus pláticas y discursos se dilataban por más de una hora y que la mayoría de la s veces su predicación tenía que ser pro– funda y selecta, ya por el púlpito que ocupaba , ya por las circun stancias de la festividad o personas que le oían, pues por muchos años predicó en Sevilla la cuaresma, con más de treinta sermones, alternando consecuriva– mente en todas las parroquias, y después predicaba la misma Semana Santa en varias iglesias, con frecuencia en la coleg·íal del Salvador y en la basílica hispalense, donde acudía el prelado para oírle. Tan gTande era su fama de apóstol que hasta el tribunal de la inquisición lo escogió para que le predicara los sermones cuaresmales (4). Pero a la fabulosa fecundidad de su palabra hay que añadir la de su pluma, a la que dedicaba la mayor parte de cada noche. Dejó publicadas más de veinte obras conocidas,-cincuenta señala Villegas sin contar los Septenatios, Novenas y Sermones - ; y preparadas, para mandarlas a lri prensa, otras muchas, algunas voluminosas y trascendentales. Publicó, en 1693, Corona florida imperial de la Oran Reina de los ángeles y de los hombres (5). En 1702, la Vida del venerable padre Pablo de Cádiz, mi" sionero capuchino. Probablemente salió a luz, en 1703, el Ofrecimiento de la corona de Maria Santísima, Pastora Divina de las almas y dignísima l. O. c., N. H, pp. 94 y s. El autor de este libro es fray Fernando de Valderrama, fran– ciscano, oc'ulto bajo el anagrama, D. Fermín Arana de Varflora. - 2. PANEGIIHS l'ÚNEBRE DEL V. P. IsrnoRo. DE SEVILLA, p. 44. - 3. ÜRACIÓN FÚNEBRE DEL V. P. Isrnono DE SEVILLA, pp. 36 y s. - 4. V1LLEGAS. - 5. Consta en BLASONES ILUSTRES... del convento de capuchinos de Sevi• !la, PAPELES DEL CONDE DE AGUILA, arch . municipal de Sevilla.

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