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011A'ro 11iA iJEL v. ¡,_ 1s1bóuo DE sevii,LA Ti los conceptos, famoso misionero • (1). El padre maestro Felipe de Cas– tillión , de los clérigos menores , en los preliminares de La Fuente de las Pastoras, llama al padre Isidoro, orador acreditado, soberano y por antonamasia predicador (2); y en este mismo lugar don Juan Francisco de Ang·ulo y Benjumea, del colegio de san Iiermenegildo, de Sevilla, celebran – do la elocuencia del venerable, en un epígrafe, escribe: Non ego, sed méritis romano Tulius ore Sufliceret /audi: débita cuneta tibi... En, paler, aelemis vives, mihi crede loquenli: Hispa/is es, doceas: sic Ismo,ws eris. Púlpita sunt testes, sermonum néctare pascis , llberiora pio pábula carde f/uunt (2). El ya citado doctísimo padre Narváez, e1i la censura ele La Mejor Pas– tora Asunta, dice: «Digo, pues, que tres obras ele este erudito maestro han llegado a mis manos, no tanto para la censura, cuanto para mi enseñanza. La primera me pareció buena, la seg·unda tuve por mejor; pero esta tercera .. . me pare– ce óptima y que en ella su autor, Optimam pa,tem e/egit. .. Es el principal asunto de este libro María Santísima en su tierno y dulce título de Pasto– ra ... ¡Pero con qué elocuencia y sabiduría lo ejecuta ... ! Pues ·tea con cL1ida– do el erudito este libro y hallará que su autor, oara elog·iar a esta soberana Señora subiendo al cielo, como Divina Pastora de las almas, parece que apura cuanto de esta benignísima Reina han dicho las Escrituras, los pro– fetas y santos padres , transformándose en ellos, de suerte que en él se ha– lla 19 literal de Jerónimo, lo ingenioso de Agustino, la moralidad de Grego– rio, la g-ravedad de Ambrosio, la afluencia del Crisóslogo, la erudición del Crisóstomo, lo ·elevado de Iiilario, lo severo de Basilio, la dulzura de Lac– tancio , lo circunspecto _de Boecio, la elocuencia de Orosio , la narrativa de Eusebio y la propiedad , ·en fin, de Isidoro ... «Pero no sólo usa de Escritura y sagrados padres este erudito maes– tro, sino que valiéndose o teniendo presente el dicho de san Pedro Damia– no, quien dice: que así c_omo sirvieron de adorno a la especiosa fábrica del divino templo las preciosas riquezas, que sacaron de Eg·ipto los hebreos, así las noticias de la p1;ofana erudición han de contribuir al santuario , que fabrica en' sus sermones petra Dios el pred icador evangélico ... , se arreg'la sin duela a esta sentencia, usando de innumerables dichos de filósofos, poetas y de erudiciones humanas, haciendo que, como esclavas, sirvan a la verdadera sabiduría , como Agar a su señora Sara. ¿Pero con qué pri– moi· y destreza se pasea por los jardines amenos de las humanas letras. cogiendo de ellas fragantes rosas , sín llegar a herirse en las espinas ... ! «Ni le falta la g-racia ele lo alegórico , porque ... el padre maestro no omi– te el atraer los ánimos con alegorías profundas., para que el más delica - ' l. •Litteris, virtutibus ac rebus gestis conspicuus, salutis aeternae víam cunctis ·osten- dens, nostrae Religionis splendorem adauxit, eximii concionatoris ínter omnes nomen adep– tus, missionariusque effectu s uncl equaque famosus, P. Jerónimo de Cabra, Ü RATTC1 . . pp. 3 y s . - 2. O. c., prelir1~inares. - 3. O . c.
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