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c~NONIZAc1ÓN Db Los ,nos. i' JD)jL oi:; s1aivtA11iNGA Y JOSÉ Dt LtoNisi~ 75 tamaño natural (1 ); el atrio, el porche y toda la iglesia estaban adornados en señal de alborozo , con tanto lujo y e_xquisitez, como no se acostumbra– ba en la Orden capuchina. Las fiestas fueron costeadas: La primera, por el cabildo catedral; la segunda, por la maestranza; la tercera por la Hermandad de sacerdotes de san Pedro Ad vincula; la cuarta, por la comunidad de padres trinitai·ios calzados; la quinta, por la de los descalzos; la sexta, por la tercera Orden; la séptima, por don Juan Jos~ Clarebout, patrono del convento; la octava , por don Ignacio Retana, coleg·ial mayor y vice- rector de la universidad de Maese Rodrigo; la nona, por la comunidad de capuchinos, y la décima por la ciudad de Sevilla. Cada una de estas entidades se esforzaba para que su fiesta resultase la más solemne, procurando que su orador se llevase la palma entre to– dos. Los caballeros 24 ele Sevilla escogieron al venerable padre Francis– co Javier González, mínimo, regente de estudios del colegio de san Fran– cisco de Paula, que desde esta fecha entroncó con la Orden capuchina y después sería el gran conductor espiritual de fray Dieg·o José de Cádiz. Los capuchinos, frente a esta pléyade de oradores insignes, señalaron al padre Isidoro de Sevilla , como su óptin1a representación, a pesar de que ya con– taba el venerable 88 años de edad (2). Y para admiración y ejemplo d~ to– dos recordaremos lo que dice e'l cronista: «En los días de las fiestas se hizo la novena de san Félix de Cántalicio por las tardes y la predicaba el reve– rendo padre Isidoro de Sevilla (3). En esta ocasión, como se trataba de dos santos misioneros .y el vene– rable llamaba a su Pastora la Divina Misionera , quiso que Germán Loren– te pintase un cuadro en el que a los pies de la Pastora y fuera de la com– posición primitiva. estuviesen representados los dos nuevos santos en sendos medallones, uniendo así la devoción mariano-pastoreña con el apostolado misional y recompensando el celo y eficacia de los misioneros en darla a conocer y difundirla por las tierras de los infieles. Para nuestro convento de Ubrique se pintó otro cuadro grande, similar a éste, y de él hablaremos más adelante, porque será el origen de la devoción de fray Diego José de Cádiz a la Divina Pastora y de su vocación , para capuchino , misionero y santo. De este modo, t_an suave y providencial, iba el Señor preparando la herencia , que legaba el padre Isidoro a su fiel heredero, que le daría nueva vitalidad y florecimiento. B ernclºSermart f 1T-56• FIRMA DE BERNARDO GERMÁN LORENTE, EL PINTOR DE LAS PASTORAS, l. Los pintó el maestro Poza y fueron costeados pot· don Luis Avete, comerciante de Sevilla. - 2. Fn. ANGEL, o. c., t. I, ff. 219-21, donde se dice que el director de las fiestas y su ornato fué el padre Carlos de Ardales, el futuro provincial, que, mediante un milagro, admiti– ría en la Orden al nií'ío José Caamaí'ío y García, fray Diego J. de Cácliz. - 3. lb., f. 119,
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