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70 LA bíViNA PASTOl?A Y EL B'Í'O. DiEéJb J. DE C. signias y comenzaron a cantar el Rosario como lo hacían los hombres. Aunque causó extrañeza la novedad, desde entonces se formaron muchos Rosarios de mujeres en Sevilla y a esto es debido la nueva Congregación , fundada por el venerable, la cual se hizo un estandarte bellísimo, que aún se conserva en el tesoro de la Hermandad , con el nombre del simpecaclo de las mujeres (1). ~ En los años siguientes, en que el venerable ya era octogenario , no aminoró en sus actividades de celo y apostolado, sino más bien las acre– centó , predicando en casi todas las iglesias de Sevilla y haciendo expedi– ciones apostólicas a los pueblos , donde dejaba establecida la devoción de la Divina Pastora, al par que su pluma lanzaba nuevos libros .al público y preparaba otros para la posteridad. Asistió en 1740 a la muerte del venerable padre Luis de Oviedo y, en el 42, a la de su dirigido el arzobispo de Sevilla , don Luis Salcedo y Azco– na , predicando la oración fúnebre del uno y del otro. Al publicar la Vida del padre Oviedo, quiso poner en su portada la fi– gura del biografiacr@ como porta estandarte de la Divina Pastora, y encargó el dibujo al maestro pintor don Juan Soriano . La Hermandad de la Pastora , quería hacer un retrato de su fundador, a lo que él siempre se opuso, pero. valiéndose de la oportunidad , rogaron los hermanos al artista que hiciera presente al padre Isidoro, que, para dibujar bien la figura del padreüviedo , convendría que él posase para trazar léis líneas genera les de un capuchino , y que, mientras tanto , tomara apuntes para el retrato de su fundador. Con tal estratagema, pudo Soriano pintar al padre Isidoro , dejándonos un fiel trasunto de los rasgos de su fisonomía. La pintura fué ocultada por la Hermandad y no la manifestó hasta después de la muerte de su fundador, labrándole un típico marco con el escudo de la Orden y motivos pasto– riles (2). Las imágenes de la Divina Pastora se reproducían por estos años con tal profusión que los talleres de toda clase de artesanía no cesaban de pre– sentar modelos variadísimos, que los fieles compraban para satisfacer su devoción. El buril y el tórculo, el estilete y el troquel , el punzón y la lámina repujada, los pinceles y las gubias, con las demás artes representativas no hallaban objeto de más estima para su inspiración y mercado que el repro– ducir a la Divina Pastora , púo no sólo bajo las normas directrices isido– rianas, sino variándolas en muchos pormenores, según el gusto de los ar– tífices o las peticiones de los devotos. El venerable, aunque se alegraba de tal florecimiento, no creyó conve– niente aprobar los cambios , que se introducían en la representación de la Divina Pastora, y para remediarlos acudió en el 1742 al padre provincial, fray Miguel de Ardales , quien . al ser reeiegido nuevamente , acogió la demanda con solicitud y cariño, lo que indica que las relaciones de ambos , a pesar de lo de Cádiz, eran íntimas y cordiales, y tánto que dió inmediatamente un decreto satisfaciendo los deseos del padre Isidoro. Dicho decreto ha desa– parecido, pero , en cambio , en el libro de actas capitulares se halla la minu- 1, Matute ANALES E. y S... DE SEVILLA, t. I, p. 263. En la p. siguiente dice que salió el Rosario de la Pastora de mujeres en el 1736. - 2. •Con atributos de la parroquia o Herman• dad ,, dice su L. de actas, f. 42. El retrato se ha reproducido en la p. 2 ele este libro.
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