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LAS DIMENSIONES DEL INFINITO h os últimos años del P. Cirilo se consumieron en el convento romano de vía Cairoli. Eran las últimas luces de una gran luz, los últimos fragmentos de una vida larga gastada en desparramar, a manos llenas, amor, perdón y serenidad. Ya con el cuerpo crucificado, el P. Cirilo había llegado a ser un misterio viviente de sufrimiento y de oración. Quien tuvo la gracia de encontrar al obispo capuchi– no en sus últimos días no tendrá dificultad en entender lo que Früy Tomás de Celano escribió de San Francisco: « aún estando en medio de ellos rezaba sin ser visto, era no tanto un hombre que ora cuanto la oración viviente». Por otra parte el P. Cirilo lo había proclamado muchas veces con la vida: «lo que cuenta es la oración». Existía después la mirada tranquila y profunda, que revelaba las realidades que vi vía en una relación, constante y amorosa con Dios. Creemos que su testamento espiritual pueda sintetizarse en aquella mirada que conquistaba,a través del amor y el dolor,las dimensiones del infinito. Era suficiente seguir la trayectoria de aquella mirada luminosa y clara para llegar a Dios. 59

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