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LA AVENTURA DE UN POBRE CRISTIANO uando el barco se separó del puerto del Pirco. el P. Ciri lo sintió un apretón en el corazón: «es doloroso tener que abandonar dcl'initi\·amente el campo de trabajo bañado por tantos sudores y regado por tantas lágrimas. santificado por tantas bendicionL'S -escribía el capuchino- es como si se di\ idier,1 una parle Yital de nuestro cuerpo. como si \·iolcntamente e irnprn istarnente nos quitaran una persona qucridísirna.» A penas llegó a Heirul. el P. Cirilo entendió que tenía que comenzar por enL:sirna 1cz Lk cero. Era la Ira. IL'I entrewndo que se encontraba en la situ,1ci<ín de hablar el idioma úrabe. También lit diócesis a la que h,1bí,1 sido asignado no existía. debía construirla. El territorio ele la Alta Gezira comprendía toda la zon,1 de la Siria desde el Tigris al Eúfrates. El 27 de octubre de 1940. en Beirut. el capuchino fue consagrado obispo de la Iglesia de la ;\Ita Goira: la catedral de la di<kesis era Karnechlie. El resto. todo para hacer. Un trabajo inrnemo. un trabajo descomunal se presentó al obispo recién elegido que no perdió tiempo e inició su aventura como pobre cristiano. El relato ele la primera visita pastoral resultó desastroso: «terminé por visitar cada residencia. y encontré que todo había que hacerlo. porque ni siquiera existía una piedra donde poner 46

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