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Entre tanto. a la Sede Patriarcal de Beyrut. es desig– nado el Cardenal Gregorio Pedro XV Agagianián el cual nombró al P. Cirilo Doctor Mayor Letrado. Con este título el capuchino tenía derecho a ser nombrado durante la Misa y el Oficio Divino como ordinario, teniendo jurisdicción de obispo. Siendo así autoridad eclesiástica, el P. Cirilo pudo participar también de la Conferencia del Episcopado Grie– go Católico. presidida por el delegado apostólico Mons. Angelo Roncalli (el futuro Papa Juan XXIII) Con una carta de fecha 21.1 1.38 el patriarca Agagianián comunicaba al P. Cirilo su nombramiento como «vicario patriarcal de Gezira con los derechos de Ordinario». Esto significaba para el P. Cirilo el adiós a la Grecia por la Alta Siria. La noticia de la partida del P. Cirilo se difundió con la rapidez de un rayo y todos entendieron que estaban perdiendo un verdadero amigo. Con las lágrimas en los ojos. pidieron la bendición del capuchino. tan incomprendido antes. Una verdadera y propia multitud se dio cita en Durguti para dar el adiós al P. Cirilo. Una conmoción muy grande fue cuando el capuchino al agradecer dijo: «adiós, amada Grecia, que me has recibido prófugo como a tantos otros de mis hermanos, y en tu glorioso suelo has permitido conservar nuestra fe y construirnos un hogar». Era el 27 de noviembre de 1938. El barco se separó del puerto del Pireo y para el P. Cirilo se abrían nuevos horizontes de apostolado. Eran otras tierras, pero era el mismo Cristo y los mismos hermanos. 44