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Las masacres más horrendas comenzaron a ejecu– tarse y para el P. Cirilo, se inició un período intensísimo en favor del pueblo griego, perseguido y diezmado. En Trebisonda, mandaba Kehiaia, un hombre san– guinario y cruel, que encajaba muy bien en la política de Kemal. En pocas palabras, los cristianos recibieron la orden de dejar Ponto y emprender el camino hacia el exilio. El P. Cirilo, está demás decirlo, se transformó en padre y herma– no de las víctimas de los turcos. Entretanto, el Gobierno veía con profundo desagra– do la actividad del P. Cirilo en favor de los griegos y rápidamente lo calumnió, de ser capo ele un movimiento revolucionario, que estaba contra el régimen Kemalista, lo acusó ele no llamarse Juan Cirilo Zohrabián, sino, Mesrob Sarkis. El 7 de marzo fue comunicada al P.Cirilo su expul– sión de Trebisonda y el 11 fue arrestado. El calvario del P. Cirilo comenzaba. La embajada francesa protestó por el arresto, pero el funcionario turco responde: «Este cura debe morir por nuestra mano, porque es el capo de los griegos, que querían derrocar a nuestro imperio». Después de un juicio en el cual no se admitía defensa, fue dado el veredicto: «Mesrob Sarkis el cual usa el falso nombre de Cirilo Zohrabián, es reo convicto, homicida, ladrón violento y cabeza del movimiento revo- 33

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