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Los notables armenios, piden al Padre Cirilo que funde una escuela, él, enseguida pone manos a la obra. El misionero sabía bien, que una buena escuela, era la salvación de la sociedad y de la iglesia y por lo tanto, puso su cuerpo y alma para sacar este proyecto a flote, pero, debía afrontar varias dificultades y una de ellas y ciertamente no una de las menores, corno es obvio, fue la dificultad económica. El Prefecto de la misión, le da muy contento el permiso para hacerlo, pero le explica muy claramente, que no podía contar con los fondos de la misión para dicha empresa. El Padre, se contentó con la bendición de su superior y con la modesta colaboración brindada por el gobierno Francés para la construcción de la escuela. Conociendo al Padre Cirilo, no es muy difícil ima– ginarque, para remozar la escuela, se trajo todo lo que había en la iglesia y en el convento. El frío siberiano fue siempre el peligro número uno. Pero esta vez, el Padre Cirilo, hizo acrobacias con su economía, para poder encender las estufas, tras la ovación total de sus alumnos, que gritaban contentos,«viva el Padre Cirilo nuestro Director, viva la escuela». La escuela corrió riesgo de naufragar, porque los armenios notables le dieron la espalda, no valorando los esfuerzos hechos por el P. Cirilo y no apoyándolo económi– camente. 16

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