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LOS OBSERVANTES 75 CAPITULO V LOS OBSERVANTES A. - HACIA LOS PRIMITIVOS IDEALES. 1. - Según crecía la Orden en gloria humana, se, ale– jaba de la primitiva sencillez franciscana. El plan de la Providencia tuvo para esto un remedio: el espíritu de per– fecta pobreza, pobreza que prendió en los Espirituales quienes temerosos de que París matara a Asís, frenaban contra la ciencia hinchada y la opulenta vida. 2. - Los siglos XIII y XIV fueron de lucha por la reforma. No se puede negar que aquellos primeros predi– cadores de la vuelta a la sencillez y simplicidad, fueron varones de sanas tendencias. El empeñoso afán pudo pro– ducir estridencias y hasta dolorosos episodios. El mismo Angel Clareno fué un excelente religioso, y algunos han querido afirmar que hasta recibió honores de Beato. Los desmanes de los Fratícelos no fueron suyos, que nunca in– currió en herejía. Había en él debilidad de carácter para oponerse al movimiento herético de sus amigos. Recibía toda clase de candidatos sin selección, y dentro de su par– cialidad se profesaron grandes herejías. 3. - Sin embargo, de aquel grupo clarenista nacieron los primeros verdaderos reformadores. Gracias a éstos per– duró el espíritu franciscano en su pureza, y vino a formar– se la Observancia a la que más tarde dió alma y sostén S. Bernardino de Sena (1380-1444). 4. - La Observancia se consolida merced al decisivo prestigio que ejercen sus ncuatro columnas'' llenando el siglo XV con el aroma de su santidad y el brillo de su

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