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56 LA ORDEN FRANCISCANA ni el dedicarse al cuidado de los enfermos, ni a la educa– ción de la juventud, ni el esplendor del culto. Fué algo más universal, más profundo; algo que afectaba a la vida mis– ma y esencia del cristianismo; fué, según afirma el Será– fico Doctor, el acercarse a Jesucristo mediante su fiel imi– tación; y en segundo lugar, el procurar por todos los medios el mayor bien y salud espiritual de las almas. 3. - Las normas directivas de la nueva fraternidad se basaban en una indefectible fidelidad a la Iglesia Ro– .mana, y en otro principio no menos importante de la vida de apostolado, o sea que la acción apostólica no debe ser otra cosa que el fruto de la contemplación. No obstante la rudimentaria organización de la Or– den, ésta posee desde sus orígenes una individualidad pro– pia y determinada. 4. - He aquí sus nuevos elementos: a) Ideal: una vida de trabajo, desprovista de artifi– cio, entregada a la acción y contemplación, libre de las trabas y ataduras del mundo. b) En cuanto a la forma de gobierno: toda la Orden estará bajo la obediencia de un superior general, depen– diente éste a su v,ez directamente del Papa. c) La pobreza evangélica: es decir, los miembros de la Orden no podrán poseer cosa alguna ni en particular ni en común. d) El carácter universal de su apostolado, no restrin– gido a ningún lugar determinado. c) Por último la práctica de ciertas virtudes particu– lares, como la humildad, simplicidad, etc. 5. - La Orden de Frailes Menores aunque sujeta a la unidad de régimen, vino a introducir una diferencia fun– damental en lo que respecta a la división territorial. Los monasterios de las antiguas órdenes estaban sujetos a lo

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