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48 SAN FRANCISCO DE ASIS la vista. Estaba inválido, lleno de achaques y dolores. Fray Elías y el Cardenal Hugolino creyeron conveniente llevar– lo a San Damián, para ser asistido por Santa Clara y sus hijas. Allá quedó Francisco en una choza del huerto de San Damián en compañía de fray Maseo, fray León y fray Angel. 9. - Afligido sobremanera por los grandes males que experimentaba, pidió al Señor le diera pac1encia para so– portarlos. El Señor, atendiendo a los ruegos de su Siervo, le hizo ver que aquel sufrir debía trocarse en eterno gozo, porque ese era el camino para entrar en la gloria. Rego– cijado Francisco por esta revelación ya no cabía en sí de gozo. Aquella esperanza de la gloria y la seguridad de lo– grarla, le hizo llamar a Sor Clara para hacerla partícipe de su dicha. 10. - Llamó también a uno de sus frailes y le ordenó escribir lo que él l,e dictara en acción de gracias. Arrebata– do de júbilo y vibrando de emoción la lira de Francisco resonó con aquellas maravillosas notas del Cántico del Her– mano Sol, que constituye el preludio del arte del renaci– miento italiano, y es la perla más hermosa en la tierra de este tierno amador. Una estrofa de este poema hizo cantar delante del Obispo de Asís, pam lograr la paz y reconci– liación entre éste y el Podestá. C. - EL TRANSITO, 11. - Debido a la ,enfermedad de la vista, hubieron de aplicar a San Francisco un cauterio dolorosísimo; el hierro fatal taladró sus sienes, pero sin éxito alguno posi– tivo. Mientras aplicaban el hierro, Francisco conjuró al fuego de la siguiente manera: "Hermano fuego; el Altísi– mo te ha hecho capaz de emi1,lm· la belleza de las demás

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