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E L C R I S T O D E L M O N T E A L V E R N I A 45 CAPITULO V EL CRISTO DEL MONTE ALVERNIA A. - 11 ENTRE EL TIBER y EL ÁRNO''. l. - Con el propósito de descansar de las fatigas del último Capítulo (1224) y ,entregarse más de lleno a la con– templación, subió San Francisco al monte que le regalara el conde Orlando (1213) Señor de Chiusi en el valle cosen– tino, y cuyo nombre es el de Alvernia. 2. - Este pintoresco monte, equidistante de las ciuda– des de Florencia y Arezzo, 11 entre el T íber y el Arno" como canta el Dante, era por mil conceptos un punto que le atraía poderosamente. Al llegar allá, una bandada de aves le sa– lió al encuentro, en lo que conoció el Poverello la compla– cencia del cielo. Las duras peñas rajadas le recordarán la hora de la Pasión de Cristo durante la cual el terremoto que menciona el Evangelio, repercutió en aquellos lugares del Alvernia resquebrajándose muchas rocas. 3. - Francisco experimentaba allí inefables consuelos. Se le apareció el mismo Jesucristo, conversando y comiendo con él sobre una mesa de piedra que luego debió ungirse con óleo y vino. Allí se dignó el Señor favorecerle con' grandes revelaciones, incluso la de prometerle que su Or– den duraría hasta el fin de los siglos. 4. - En aquel monte tuvo la gloria de convertir al criminal que escapado de la justicia, vagaba al amparo de sus espesuras. San Francisco tomó a su cuenta la conversión
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