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244 LA ORDEN CAPUCHINA En 1850 regresó a Roma a dar informes al Papa Pio IX, dirigiéndose luego a Londres en donde se entrevistó con el cardenal Newman y Palmerston; y en su segundo viaje, con Napoleón III en París. En 1851 volvió al Africa por el Nilo para eludir las persecuciones del pérfido Sala– ma. En 1852 llegaba al país de los Galas, pero al año si– guiente hubo de abandonar aquella floreciente misión. Has– ta 1866 estuvo en Francia en donde levantó un colegio pa– ra la ayuda de sus cristiandades. 40. - En dicho año volvió a su querida misión que hubo de abandonar definitivamente en el año 1880, en que le vemos de nuevo en Roma. León XIII quiso recompensar sus desvelos haciéndole Cardenal (1884). Vivió el resto de sus días en el convento de los capuchinos de Túsculo (Fras– cati), pobre y humilde. Por encargo del mismo Papa re– dactó su magnífica obra "Mis treinta y cinco años. de mi– sión en la Alta Etiopía". 41. - El P. Pedro María Bernard (i' 1901). Ante este valeroso capuchino recordamos .la herencia franciscana más preciada del Seráfico Fundador: el amor a los leprosos y el cuidado de ellos. Hemos hablado de la obra del Cardenal Massaia en Etiopía; la empresa del gran misionero la con– tinuaron los capuchinos de la Provincia de Toulouse (Fran– cia), y de entre esos misioneros se levanta la figura ga– llarda y apostólica del P. María Bernard, con todas las ca– racterísticas de un hermano de los leprosos. 42. - Dicen que la Abisinia es el país originario de este terrible mal que según el Evangelio, ohligó a Jesús a mirar con compasión a los que lo padecían. La lepra les hace semejantes a Aquel que apareció leproso por los verdade– ros leprosos y desde entonces la piedad cristiana ha consi– derado a los leprosos como cosa sagrada. San Francisco los .llamaba 11 hermanos cristianos''. La historia capuchina tiene
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