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242 LA ORDEN CAPUCHINA estuvo en Damieta, Tierra Santa, etc.; en todos estos lu– gares echó los cimientos de las misiones que posteriormen– te debían allí desarrollarse. 33. - Vuelto a París (1623), fué enviado a dirigir una expedición de misioneros capuchinos, protegidos por el cardenal Richelieu, a las posesiones francesas de América; Canadá primero y después las Antillas le vieron desplegar su ardiente celo, muriendo en la evangelización de la Mar– tinica; se presume que fuera asesinado por los caníbales hacia el 1649. 34. - El P. Angel Powers. De familia ilustre se dió a una vida lujuriosa en la herejía; luego se convirtió a los 24 años. Lleno de deseos de expiación, tomó el camino de un convento capuchino, y bajo el magisterio del P. Ful– gencio de Novoporto hizo grandes progresos en la ,espi– ritualidad. Se ordenó de sacerdote en 1677. Ganoso de en– tregarse al apostolado para ganar almas para Cristo, pidió ir a tierras de infieles en donde se presume que murió víctima de los enemigos de la fe. 35. - A estos jefes de expediciones se unen otros Mi– sioneros ilustres como el P. Justo de Edimbttrgo (t 1675), que en Georgia convirtió al Rey Arzobispo Ortodoxo y parte del clero a la fe católica. 36. - El P. Silvestre de Penícola ganó para la causa del catolicismo, al Monje Sabas, de inmensa influencia en las Indias Occidentales. 37. - El Cardenal Ignacio Pérsico, además de diplo– mático fué también ejemplar heroico de misionero. En 1859 pisaba por segunda vez tierra tibetana: mu– riendo en 1896. León XIII para recompensarle de sus gran– des trabajos en pro de los intereses de la fe, habíale creado cardenal en 1893. 38. - Otro capuchino misionero honrado con la púr-

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