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184 LA ORDEN CAPUCHINA sidad. Su desinterés y su bondad activa ejercen una in– fluencia extraordinaria en el espíritu de las gentes, y son fuentes de una curiosa clase de poder no compulsivo. En los cincuenta primeros años de su existencia, los Capuchinos habían ganado ya completamente ese poder y esa in– fluencia" (1). C. - ESPIRITUALIDAD CAPUCHINA. 10. - Nuestra espiritualidad se condensa y encierra en este tríptico: humildad, moderación, optímisnio, Las tres son virtudes educativas de la gran espiritualidad capuchi– na. Humildad con verdad; moderación con regla; opti– miS1no sin exageración presuntuosa. Prefiere la teología de las virtudes a la teología de los milagros. 11. - El cristocentrismo bonaventuriano, puesto a la luz por el historiador y filósofo Etienne Gilson, es el foco y la llama que abrasa nuestra devoción de franciscanos. Lo mismo en "Las cinco festividades del Niño Dios" que en el 11 Tratadv de la Pasión'' que compuso el Seráfico Doctor a ruegos del Rey de Francia San Luis, es San Bue– naventura el intérprete auténtico del bienaventurado Padre. D. - PRACTICAS PIADOSAS. 12. - De la viva consideración. de la Pasión ha nacido la piadosa práctica del Vía Cr11cís, la devoción a Jesús Cru– cificado y el amor eucarístico, principalmente. Es tradicional en la Orden el sentir encanto y amor a la Infancia de Jesús, sobre todo en 11 aquella noche que fué n11estro día" según frase elegantísima de Cervantes. La fies– ta del Belén tuvo origen en la primitiva Iglesia, pero San Francisco la restituyó y sensibilizó en Greccio (1223). (1) Huxley Aldous; o. c. pág. 66.

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