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CAPÍTULO XVI RESCATE DEL SANTO SEPULCRO Isabel era ya conocedora de la gran decisión de Luis. Este no tenía ya motivo razonable alguno para demorar su comunicación al pueblo. Pocos días después, el duque promulgó un edicto en que hacía pública su decisión de participar en la cruzada convocada por el papa Honorio III. Fue leído en todas las ciudades y aldeas de Turingia y de Hesse. En él se decía también que los costes económicos de la expedición religio– so-militar no repercutirían en un aumento extraordinario de los impues– tos. El duque se hacia cargo personalmente de los mismos. Luis cono– cía muy bien la situación económica de su pueblo y se daba cuenta de que no se podía gravar con nuevos tributos las sobrecargadas espaldas de las clases humildes. Como segundo paso importante en la preparación de la cruzada, Luis convocó asamblea general en la ciudad de Kreuzburg . Deberían estar presentes en ella todas las fuerzas vivas y responsables de gobierno en sus estados. El duque analizó detenidamente con sus consejeros las repercusiones negativas que podía tener la ausencia excesivamente prolongada de los que ocupaban la mayor parte de los puestos de responsacilidad en el gobierno, en la industria, en la enseñanza y en el ejército. Se tomaron las previsiones oportunas. Cerró Luis la asamblea con un ruego a todos los condes, cas– tellanos y gobernadores: que durante su ausencia se dedicaran con 97

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