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CAPÍTULO XIV FUERTE EN LAS CALAMIDADES DE SU PUEBLO En la cuaresma de 1226, el duque de Turingia recibió una comu– nicación del emperador Federico 11. Se le decía que acudiera con sus hombres para reforzar la ofensiva, ya iniciada, contra la ciudad de Bolonia y la liga milanesa . Los territorios italianos del norte , sopor– taban muy mal vivir sojuzgados a la dominación del Sacro Imperio y se levantaron en armas , deseosos de total autonomía. Isabel despidió a su esposo con tristeza y preocupación especia– les. Su fina intuición de mujer le hacía barruntar que la función como gobernadora en ausencia de su marido sería en aquella ocasión movida, aunque de momento desconocía en qué dirección aparecería la tormenta. Los acontecimientos despejaron pronto las dudas. Alemania cen– tral y de manera especial Turingia y Hesse, sufrieron ese año los horrores de un hambre espantosa. El año anterior apenas hubo cosecha y antes de finalizado el invierno, se habían terminado casi todas las subsistencias para las personas y los animales. Faltaba harina para hacer el pan y los labradores carecían de forraje para alimentar las vacas y los rebaños de ovejas. Los historiadores de la época describen la situación de Europa, especialmente la central, con tonos apocalípticos. Por los caminos y 85
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