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y san Francisco nunca pasó por Turingia. Hay sin embargo docu– mentos históricos por los que nos consta que el poverello, a través de sus frailes , oyó hablar de la duquesa de Turingia, de su simpatía por los religiosos y de las ayudas que prestaba a los franciscanos establecidos en sus estados. Probablemente hablarían también de su profunda religiosidad . Como prueba de su afecto y gratitud la santa recibió un obsequio de san Francisco por el que tuvo siempre especial veneración. Cuentan las crónicas que en cierta ocasión hablaba el santo con el cardenal Hugolino, que luego fue Papa y canonizó a san Francis– co , san Antonio y a nuestra santa. En la conversación entre el santo y el cardenal salió a colación la duquesa de Turingia. Después de ponderar los muchos servicios que había hecho a los franciscanos hablaron también de su religiosidad extraordinaria. Al término de la conversación Hugolino dijo a san Francisco : «Quiero que pues ella está tan llena de tu espíritu y es por tanto una de tus mejores discípulas, la dejes un recuerdo semejante al que Elías dejó a su discípulo Elíseo,, uniendo la acción a la palabra, el cardenal quitó de los hombros de san Francisco el manto y le rogó que lo enviara a la duquesa de Turingia como testimonio de amor fraterno y muestra de reconocimiento por las atenciones que tenía con sus frailes. Costó al cardenal vencer la resistencia que oponía la humildad de san Francisco, pero al fin este se comprometió a cumplir la sugeren– cia por pedírselo tan alta dignidad eclesiástica al que le unía una gran amistad y además pcrque comprendía que la duquesa merecía ese detalle 17 . Resulta superfluo resaltar la veneración y el gozo experimentados por nuestra santa cuando tuvo entre sus manos tan valioso regalo . Se lo echaba sobre los hombros con frecuencia , sobre todo en los momentos de oración y cuando necesitaba pedir algo muy especial al Señor. Con el manto de san Francisco sobre los hombros hizo también sus votos de terciaria regular como luego veremos.. 17 Fray Cesáreo de Hasterbach, o. c., 81. 83