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geran el distanciamiento de Santa Isabel respecto de los hijos, para resaltar su espíritu heroico de renuncia. Es muy probable, casi moralmente seguro, que Herman , primo– génito y futuro sucesor de su padre en el trono de Turingia, y Sofía , prometida con el duque de Bravante , vivieron en el castillo de Kreuz– burgo desde que Enrique, su tío, y usurpador se reconcilió con Isabel. Allí fueron educados cuidadosamente para sus futuras funciones y recibían visitas periódicas de su madre. Beatriz tenía dos años cuando su madre fijó la residencia en Magburg. Pero tampoco puede afirmarse que fuera sometida acaren– cias afectivas impropias de su edad. Los biógrafos cuando hablan de la casa de Wherda afirman que era humilde , en comparación con los palacios y casas de los nobles, que nuestra Santa, con todo derecho pudo haber ocupado , pero en ninguna parte dicen que la casa hu– milde no fuera suficientemente amplia y habitable para ella, su hija Beatriz y las doncellas . Por último es inexacto sostener que santa Isabel vivió distanciada de sus hijos después del ingreso de la pequeña Beatriz en el monas– terio premostratense de Althemberg . Numerosos datos demuestran lo contrario; están presentes el día que emite sus tres votos y el com– promiso de vida más radicalmente evangélica. Consta que a Beatriz la visitaba con más frecuencia, precisamente como se narra en otro lugar, durante una de estas visitas recibió abundante ración de palos de su confesor Conrado, por haber entrado en clausura; se queja a veces la santa de que el recuerdo de sus hijos es causa de distraccio– nes en la oración. Por último los hijos están a su lado en el momento de su preciosa muerte. Hay un comportamiento de Isabel que evidencia su profundo instinto maternal y la capacidad de renuncia a favor de los hijos. Cuando el ambiente hostil y siniestro del castillo de Wartburg la fuerza a huir y vagar por las calles de Eisenach sin alimento ni cobijo , pudo refugiarse , incluso se lo ofrecieron , en el palacio de su padre Andrés. Pero no lo hizo. Pasó el calvario de desprecios y privaciones desde que vistió los velos de viuda , y esperó paciente la hora de la 76
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