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Es de una belleza impresionante el generoso , mutuo y continuo transvase entre las personas de Isabel y Luis. Ella recibe del esposo entre otras muchas cosas confianza, apoyo y seguridad para afrontar sus compromisos de madre, primera dama y paño de lágrimas de los pobres del principado , él se enriquece con la ternura, el estímulo y la intuición femenina de su esposa, en problemas de estado de es– pecial delicadeza y complejidad. Lo mismo que compartían sus go– zos, sus problemas y sus penas, compartían las experiencias y favo– res recibidos en la oración . Ellos vivían también una santidad compartida. Desde esta envidiable transparencia y enriquecedor trasvase sin fronteras , hay que interpretar un detalle recogido por todos los bió– grafos de la época. Luis e Isabel antes del matrimonio se daban el trato de hermanos y después del matrimonio conservaron ese mismo tratamiento . Es una prueba más de la conciencia que ambos tenían , de que formaban un todo deliciosamente común, que debían ayudar– se como se ayudan los que forman parte de una misma familia y que de alguna manera responden uno del otro. Isabel vive su matrimonio pasado por la oración. Dijimos al principio de este capítulo que nuestra santa tenía ideas muy claras sobre la forma como debía vivir el matrimonio . Por eso cuenta con la presencia y ayuda eficaz del Señor en su vida conyugal a través del sacramento. El Señor la quiere viviendo un hermoso y enrique– cedor proyectó común de vida con su esposo que les catapulte a la santidad. Pero la diafanidad de las ideas como esposa, no la libran de ciertos temores , precisamente en la línea del amor. A veces le asaita la duda de que acaso el cariño arrollador que siente por su esposo sea en realidad el motor de su vida y de sus aspiraciones; en este caso el amor humano actuaría como rémora en sus ansias de unión con Dios, podría poner en peligro la coherencia de su fe y sería en este caso un amor no bendecido por el Señor. Este hervidero de gozos y temores que a veces surge en su joven y enamorado corazón hace que intensifique los espacios dedicados a la oración . Quiere mantener el alma siempre abierta a las más leves 69