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etc. En este minúsculo colegio Isabel y sus compañeras aprendieron correctamente a leer y escribir; matemáticas, algunos idiomas, canto , pintura y confección de labores finas de bordado. Con esta formación esmerada, adquirió la cultura, los recursos y los modales finos para su futuro papel de primera dama, esposa del príncipe y animadora de la vida de palacio. Después de algún tiempo de estancia en el castillo de Wartburg se celebraron los esponsales o mutua promesa de matrimonio. Se daba cierta solemnidad al rito que tenía más importancia social que religiosa. Entraban y salían los novios en procesión a los acordes de la música, y dentro de la eucaristía se les hacían unas preguntas cuyo alcance debido a la edad es improbable que comprendieran. Como signo de la mutua pertenencia futura Luis e Isabel se llamaron desde ese día «hermanos» La presencia de Isabel en la corte de Turingia influyó para que las relaciones entre los miembros de la familia ducal se hicieran más huma– nas y cálidas. Disminuyó el clima adusto y casi militar. La actitud pater– nal y solícita del duque por la princesita extranjera contribuyó a que , en general fuera bien aceptada. Para Luis, sobre todo, significó el princi– pio de una vida nueva, más feliz , más cargada de ilusiones; adoptó una actitud de protector incondicional y se le iluminaban de emoción los ojos cuando lograba tener un pequeño aparte con su prometida. Solo hubo una incógnita en las buenas relaciones de la familia ducal: Sofía la esposa de Herman no manifestó nunca visible simpa– tía y solicitud por Isabel. Mantuvo siempre una actitud de inexplicable frialdad . Parece que aunque solo hubiera sido por su condición de mujer y madre, debería haberse volcado en su futura nuera, con gran solicitud y ternura , para aliviar en parte el vacío amargo en el cora– zón de Isabel por la ausencia de sus padres. Pero no fue así. Esta falta de actitud protectora en la duquesa fue causa de muchas horas de sufrimiento para nuestra santa 8 . 8 Algunos autores, muy pocos, como Ansgar Volmer, ofm (Santa Isabel de Tu– ringia y Hesse, Hildesheim 1931) , han intentado demostrar que la duquesa Sofía observó con santa Isabel unas relaciones correctas. Sus argumentos no consiguen debilitar la fuerza de los datos que aportan los biógrafos de la época donde la duquesa aparece como indiferente, falta de cariño , de comprensión, de actitud pro– tectora hacia nuestra santa. 32
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