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personas hasta entonces desconocidas, más serias y menos comuni– cativas, excesivamente pegadas a normas y reglamentos y que halla– ría más extrañas por su gran estatura y melenas rubias. No todo sin embargo fue cuesta arriba. Nuestra santa encontró en el duque Herman un excelente iniciador en el estilo de vida de la corte de Turingia. Era un hombre de valores humanos extraordina– rios. Había estudiado en París y el paso por la universidad le había permitido el cultivo de un conjunto de virtudes que daban a su trato una delicadeza y distinción desconocidas en las cortes medievales. Poseía una conversación sumamente amena e interesante 7 • Gozaba de gran ascendiente dentro y fuera de los estados de Turingia por su manera de ser espontáneo, sencillo, culto y profun– damente religioso. Isabel se sintió desde los primeros días fuertemente atraída por el carácter abierto y acogedor de su futuro suegro . Empezó a relacio– narse con él de un modo espontáneo y confiado . Y el duque respon– dió con un cariño y solicitud paternales hacia su futura nuera . Es probable que la santa proyectara en el duque el cariño que no podía dar ni recibir de sus padres. Cuando la princesita sospechaba que el duque estaba solo en sus habitaciones, corría a su lado , se sentaba en sus rodillas y pasaba ratos largos escuchando sin pestañear las bellas historias que Herman sabía adornar para que a la pequeña le resultaran más interesantes y amenas. Con gran sentido realista y fino conocedor de la sicología y nece- , sidades de la infancia, el duque organizó la vida de Isabel en el castillo de tal modo que su formación y evolución de la personalidad no sufrie– ran traumas y tuviera un desarrollo normal , completo y espontáneo . Seleccionó a un grupo de niñas de la nobleza, entre ellas su hija Inés, para que compartieran con ella todo: juegos, estudios, comidas, rezos 7 Herman I ocupa con toda justicia un puesto destacado en la historia de la literatura alemana. Fue el gran mecenas de los poetas de la primera época de la lengua germana. Organizado por el landgrave se celebraron en Wartburg tor:ieos poéticos y juegos florales en los que tomaron parte hombres de tanto prestigio y fama como Enrique Scheiber, Walter von der Vogelweide, Enrique de Ofterdingen, etc. Al duque Herman se le dedican versos muy laudatorios en todas las obras de la literatura nacional de la época. 31
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