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que somos testigos de su oración, de su sonrisa tierna y acariciadora, de la entrega ·incansable y sacrificada por los más dolientes y nece– sitados. Desde esta entrañable cercanía y contacto vivo con su persona llegamos a una conclusión y una certeza que nos inunda de consuelo : Si me acerco a ella como pobre y necesitado, santa Isabel existe y es hoy para mí, tiene las mismas delicadezas que tuvo con sus pobres y enfermos, me ama , me escucha siempre , se preocupa de mí con la misma solicitud maternal con que buscaba a los pobres y enfermos en sus miserables tugurios, daba de comer a los inválidos inclinada sobre los colchones malolientes o curaba con exquisita delicadeza y ternura las llagas purulentas de los leprosos. Que esta biografía de santa Isabel que pongo con mucha ilusión y esperanza en manos de todos los franciscanos, sirva de vehículo para un mayor acercamiento e intimidad con santa Isabel. Y para que la santa haga sentir sobre todos, de manera especial sobre sus hijas y los seglares franciscanos, su maternal y eficaz patronazgo. 246