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vida y actividades de la pequeña población , Sus calles habitualmente vacías y silenciosas, se llenaron de movimiento y de vida de cancio– nes y plegarias con la presencia multitudinaria de los romeros , se multiplicaron las casas de hospedaje porque las que había eran ab– solutamente insuficientes, surgieron otros muchos establecimientos e industrias para satisfacer las necesidades y demandas de los peregri– nos. Muy pronto Marburg dejó de ser la hermosa, pequeña y anónima villita del Lahn, se incrementó rápidamente el número de sus habi– tantes , conoció un despegue industrial jamás soñado; por su impor– tancia social y política creciente fue declarada capital del distrito de Hesse y cuna de la prestigiosa universidad que lleva su nombre. También los responsables del hospital de san Francisco se sintie– ron desbordados por la respuesta no prevista de los devotos de santa Isabel. Desde la muerte de la santa, la capilla del hospital se convirtió en lugar de peregrinaciones. Ya en los primeros días se constató que la diminuta capilla no podía recibir las numerosas avalanchas de romeros. A veces desfilaban las veinticuatro horas del día y quedaban muchos que no podían satisfacer su ilusión de postrarse ante el cuerpo de la santa. El deseo de cultos más solemnes para gloria de santa Isabel y la necesidad de facilitar el acceso a su tumba cristalizó en un grandioso proyecto que se consideró viable con las aportaciones de los peregri– nos. Se construiría una hermosa y amplia iglesia, donde el venerado cuerpo de la santa reposara en un altar y relicario artísticos y fuera de suficientes dimensiones para que los peregrinos pudieran postrar– se ante la tumba y participar en los solemnes cultos en honor de la santa. Se acordó hacer pública la idea en las fiestas solemnes que se celebrarían el 1 de mayo de 1236 para dar gracias a Dios por la exaltación a los altares de santa Isabel. La fecha tenía sus ventajas para que se aceptara el proyecto; las gentes estarían especialmente sensibilizadas por el entusiasmo hacia la santa, comprobarían por sí mismos que era imposible el desfile de todos por la tumba en la pequeña capilla. 220