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mento brillaba un sol radiante. En la reducida iglesia del hospital, y muchos metros en torno , era imposible dar un paso . Hasta al em– perador le costó entrar en el templo ayudado de su escolta. Federico II estuvo ese día a tono con el carácter especial de los solemnes cultos. Entró en la iglesia descalzo y vestido con una sen– cilla túnica gris. Minutos antes de la eucaristía bajó a la tumba de santa Isabel , besó la caja y ayudado por algunos obispos, la subió a la Iglesia para ser colocada en el lugar, cuidadosamente preparado , para que el cuerpo de la santa pudiera ser contemplado por todos los fieles . El arzobispo Sigfrido presidió la solemne eucaristía en la que concelebraron numerosos obispos , abades mitrados y sacerdotes. Además del emperador, ocupaban sitios preferentes, los hijos de Isabel , aún muy niños, la duquesa madre, Sofía, Enrique, Conrado e Inés hermanos políticos de la santa. Los fieles abarrotaron el cuerpo de la iglesia. La mayoría siguió las solemnes ceremonias agolpada en sus alrededores. Aunque haya que aceptarlo con muchas reservas, los biógrafos hablan que en ese día , se dieron cita en Marburg cerca de un millón de personas. El emperador tuvo un gesto no exento de cierto teatralismo. Sin embargo, contribuyó a incrementar el clima intenso de emoción que se vivió durante el desarrollo de la ceremonia .. En el momento de las ofrendas, se adelantó hacia el túmulo , donde reposaba el cuerpo de Isabel , con una preciosa corona de oro en la mano , la colocó sobre la cabeza de la santa , mientras pronunciaba solemne estas palabras: Ya que no fue posible coronarte en vida como compañe– ra mía y emperatriz, quiero al menos coronarte como reina inmortal en los cielos» . Cogió después de la mano a Herman, el hijo mayor de la santa , y lo acompañó hasta el féretro . Lo mismo hizo la duquesa Sofía con las hijas. A continuación lo hicieron Inés, Enrique y Conrado herma– nos de Luis y cuñados de Isabel. Oraron unos momentos ante el túmulo y dejaron valiosos obsequios para financiar el proyecto del altar y urna de la santa. 215