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más agradables los desplazamientos y se soporta mejor la noche en tiendas de campaña. Sigfrido , arzobispo de Maguncia, publicó una carta pastoral don– de comunicaba oficialmente la canonización de santa Isabel y fijaba la fecha de las grandes celebraciones , por este motivo , para el uno de mayo de 1236 . Inmediatamente se cursaron invitaciones a todos los obispos del ducado de Turingia, a los de los países de Europa central y al emperador Federico II . La respuesta confirmando su asistencia a los cultos solemnes fue desbordante. Los obispos anunciaban su presencia acompañados de grupos numerosos de fieles. También el emperador anunció oficial– mente su participación en las celebraciones de ese día . Con antelación a la fecha, los religiosos teutónicos exhumaron el cuerpo de la santa. Temían que la presencia del emperador, fuera obstáculo para realizarla el mismo día. De noche , para evitar la presencia de los fieles, y bajo la supervisión de Ulrico , superior de la casa y del hospital de san Francisco , sacaron el cuerpo de la caja en que había sido enterrado , le envolvieron en manto nuevo y deposi– taron en una caja de zinc. Volvieron luego a introducirle en el nicho , pero sin cubierta de tierra. De este modo resultaría más fácil sacar la caja, el día de la celebración solemne para ser exhibido a la veneración de los fieles. Todos los que fueron testigos de la exhumación, afirmaron que al sacar el cuerpo de la primera caja su estado era de incorrupción y despedía un perfume exquisito que llenó toda la iglesia. Las fiestas de la canonización de santa Isabel conmocionaron religiosamente a media Europa. Días antes del uno de mayo, por todos los caminos de Alemania central , se podían ver nutridos grupos de peregrinos en marcha hacia Marburg. En las grandes campas a orillas del río Lahn montaban sus tiendas a la espera de la gran fiesta . Mayo abrió sus puertas a los impacientes devotos de santa Isabel como un reguero de luminosidad ; sobre el limpio azul-claro del firma- 214