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la condición de que cumpliera la penitencia. Esta incluía entre otras cosas; pedir perdón y reconciliarse con el arzobispo de Maguncia, indemnizar a todos los pueblos víctimas de sus saqueos y en Fritzlar, reconstruir el pueblo y pedir públicamente perdón. Conrado cumplió dócilmente las penitencias impuestas por el Papa y desde entonces cambió radicalmente de comportamiento. Trabajado acaso por el recuerdo triste de los días amargos pro– porcionados a su cuñada , se constituyó en el principal impulsor de su causa, para verla pronto venerada oficialmente como Santa. Unió sus gestiones a las que hacían varios obispos y abades de Turingia , bajo la coordinación del arzobispo de Maguncia. Como portavoz de la comisión, escribió al Papa solicitando la reanudación de la causa. Gregario IX contestó con el breve fechado el 12 de abril de 1234. En él se nombraba una comisión formada por el obispo de Hildesheim y los abades Herman de Georgenthal y Raimundo de Erfurt. Los comisionados debían recoger y seleccionar todo el mate– rial que pudiera tener alguna relación con la futura santa y los casos prodigiosos atribuidos a su intercesión . A este documento deb;an agregar la recogida de datos hecha por el arzobispo de Maguncia y el Maestro Conrado , antes de su trágica muerte . Todos los datos solicitados deberían estar en manos del Papa, dentro de los cinco meses, contados a partir de la fecha en que se recibieran las letras apostólicas. Con gran rapidez el obispo de Hildesheim dio a conocer a través de una carta pastoral la reanudación de los trabajos para la canoni– zación de Isabel. En una posdata, se decía que los conocedores de algún hecho importante atribuido a la intercesión de la duquesa de Turingia, se personaran en Marburg el treinta de mayo . La carta pastoral conmovió gozosamente a la región y reavivó los deseos de ver a la «amada Isabel» muy pronto venerada como santa. La colaboración de las gentes fue también en esta ocasión ma– siva. Ante el tribunal desfilaron el día señalado miles de personas llegadas desde todas las regiones de Alemania. Venían acompañados de sus obispos, abades o superiores religiosos. 209
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